Los más antiguos de nosotros recuerdan la triple honra de esta fecha.
El 19 de Julio de 1936 los obreros y el pueblo de Barcelona salieron a las
calles para salvar a la República española del golpe fascista y poner en
práctica el socialismo libertario para producir, educarse, comer y
defenderse de la agresión.
En 1976 cayó emboscado Mario Roberto Santucho, el guevarista que más se
pareció a Felipe Varela durante el s.xx argentino, mientras se proponía
lograr la unidad de las organizaciones revolucionarias.
Y el 19 de Julio de 1979, nuestro paisano salteño, el Negro Hugo – Domingo
Vargas – capitán sandinista y, más tarde, capitán y miembro de las Fuerzas
Populares de Liberación Farabundo Martí del FMLN salvadoreño, entró a
Managua al frente de las fuerzas del Frente Sur que ocuparon el bunker del
dictador Anastasio Somoza.
Los más antiguos de nosotros nos piden que, en homenaje al Negro Hugo, caído
en El Salvador en 1983, no pensemos en nosotros, sino también en ese otro
pueblo, que fue pueblo de este combatiente de Montoneros, generoso, corajudo
y silencioso.
Y que denunciemos la brutal represión que ordenó el gobierno salvadoreño de
ARENA y su presidente, Antonio Elías Saca, contra los pobladores de
Suchitoto y las comunidades campesinas.
Ellas y ellos reclamaban contra la privatización del Agua el pasado 2 de
julio y son encausados como terroristas, según las nuevas leyes de
cuño fascista, que promueve el imperio en su propia casa y en el mundo
entero; como bien lo testimonia el engendro presentado, también, en el
Senado de de la República Argentina.
Le exijamos a viva voz la libertad inmediata de las y los 14 detenidos y
confinados en condiciones crueles e inhumanas y el cese de la persecución
desatada contra las organizaciones campesinas hermanas de CRIPDES y CORDES.
Porque, advierten los más antiguos
de nosotros, no solamente sobre nuestra América cae la peste fascista que
conllevan estas leyes.
Dos descendientes de aquellos valientes proletarios y proletarias de España,
los dirigentes sindicales asturianos Cándido y Morala, acaban de ser
condenados, como terroristas, por defender la fuente de trabajo de
sus compañeros, los Astilleros de Gijón, de la depredación especulativa
financiera.
Y el gobierno que lo permite, se dice de izquierdas y lo preside el nieto de
un fusilado por Franco.
Allá es la burbuja inmobiliaria,
acá son los agronegocios y la privatización de los recursos naturales; el
mismo perro con distinto collar, dicen los más antiguos. Todas estas
palabras serán olvidadas con el tiempo, queda el dolor, quedará la memoria
de todas y todos los que nos mostraron cómo luchar.
En este día
todo nos enseña que pensar en los
otros es la mejor manera de entendernos a nosotros mismos.