Seminario por el reagrupamiento de la izquierda y los luchadores |
Documentos del MST-El Socialista Internacional, Venezuela y los revolucionarios. En las distintas instancias previas de encuentro hemos ido avanzando en el conocimiento mutuo y el intercambio alrededor de los temas centrales que nos convocan. Es un paso más hacia delante precisar por escrito los distintos enfoques y propuestas de cada uno, para debatir en forma más precisa sobre las cuestiones de programa y organización. El marco más general de este debate nos lo da una vigorosa situación revolucionaria mundial, una relación de fuerzas favorable al desarrollo de las luchas de las masas, en la cual Bush y el imperialismo yanqui están golpeados y a la defensiva. El histórico Primero de Mayo que acaba de producirse en Los EE.UU., así como las movilizaciones contra el decreto del primer empleo en Francia, son los hechos más recientes e impactantes en el así llamado “primer mundo”. Las huelgas obreras crecen en Europa contra los ataques a las viejas conquistas sociales. En Francia también los jóvenes de origen musulmán protagonizaron una “Intifada” parisina para reclamar contra la marginación a los inmigrantes. Esto se suma a lo que a todas luces se ve que está fracasando, la invasión a Irak por la heroica resistencia iraquí y por la movilización de millones en el mundo contra esa agresión, mientras crece el rechazo a la guerra en el pueblo norteamericano, convirtiéndose en repudio mayoritario a la presencia de tropas en ese país. Ya antes de las movilizaciones en defensa de los trabajadores latinos, la tragedia de Katrina y la huelga de los trabajadores del transporte de New York, venían mostrando que también en los EE.UU. hay pobreza, conflictos sociales y que empieza a luchar el movimiento obrero norteamericano. En Medio Oriente el pueblo palestino sigue su heroica resistencia. El triunfo electoral de Hamas y la respuesta israelí - imperialista de impedir los compromisos financieros de apoyo al pueblo palestino, no hacen más que profundizar la crisis del sionismo. En América Latina crece la radicalización política y social. Ahora los recientes decretos de Evo Morales de nacionalización parcial del petróleo y el gas, son pasos adelante logrados por las distintas oleadas revolucionarias (la guerra del agua, la guerra del gas, como lo llaman popularmente los bolivianos), que han cercado o directamente echado a los gobiernos entreguistas y llevado por primera vez al triunfo electoral a un indígena aymara y líder campesino, con Evo Morales a la presidencia. Se ponen en primer plano, en Bolivia y a nivel continental, la lucha por extender la nacionalización del petróleo y el gas, expulsando definitivamente a las multinacionales. Y exigen mantener una campaña de solidaridad con Bolivia. Se profundizan así las luchas contra el FMI, el ALCA, las privatizaciones y la miseria social. Se suman al duro golpe que recibieron el ALCA y a Bush en Mar del Plata en noviembre de 2005. Sin duda la situación revolucionaria latinoamericana tiene sus dos expresiones más avanzadas en Bolivia y Venezuela. Los gobiernos latinoamericanos Esta riquísima situación continental brinda la oportunidad de avanzar en los debates en curso, a través de la evaluación en la realidad de los distintos fenómenos políticos y sociales que estamos atravesando. El intercambio de ideas y la elaboración común sobre las distintas experiencias de intervención nos ayudarán a evitar los peligros simétricos del sectarismo y el oportunismo. Un tema de urgente importancia tiene que ver con los distintos gobiernos actuales. Estamos en el período que abrió el Argentinazo en diciembre del 2001, y desde nuestro punto de vista existen en varios de nuestros países lo que denominamos gobiernos frentepopulistas, que son llamados también “centroizquierdistas”. Su característica común es que se unen para gobernar, en el marco del dominio burgués capitalista, las organizaciones obreras y/o populares encabezadas por los reformistas y sectores de la burguesía. A partir de esta definición más general encontraremos un enorme abanico de diferencias y combinaciones, que será imprescindible analizar caso por caso, para poder tener una adecuada respuesta política en cada país. Consideramos que tanto Chávez como Evo Morales, Lula, Kirchner y Tabaré Vázquez, son gobiernos burgueses frentepopulistas. Pero hay que precisar en cada país la situación de la lucha de clases, su relación con el imperialismo, las características específicas de cada uno de los regímenes y los gobiernos. Es un completo error poner un signo igual entre todos los gobiernos frentepopulistas actuales de Latinoamérica. Los más claramente pro FMI y agentes del imperialismo son Lula, Kirchner y Tabaré Vázquez. El primero, y encabezando el país de lejos más grande del continente, es el que juega de agente directo de Bush, en alianza con Kirchner en la región. Recordemos solamente el envío de ambos, de tropas a Haití. Más reciente, esto se vio claro en el caso de la medida tomada sobre los hidrocarburos en Bolivia, donde Lula y Kirchner actuaron haciendo de abogados de las multinacionales y del imperialismo. Por eso “EE.UU. elogió la gestión de Argentina y Brasil ante Bolivia...sin embargo hay temor de que Venezuela y Cuba estén teniendo más influencia sobre Bolivia que Brasil y Argentina (en ese orden)” (Clarín, Argentina, 8/5/06). Por su parte, y expresando, como decíamos más arriba, Chávez y Evo Morales son gobiernos frente populistas distintos, con roces con el imperialismo. En Venezuela hubo una seguidilla de triunfos (derrota del golpe, boicot petrolero y referéndum) contra el imperialismo yanqui y la burguesía más reaccionaria y oligárquica. Desde agosto del 2004 (triunfo del NO a la revocatoria del mandato de Chávez), se produce un cambio en busca de una negociación. La confrontación del imperialismo y la oposición se mantienen, pero limitada en el marco de una situación defensiva de los factores contrarrevolucionarios. Este proceso de negociación abierto no ha concluido. Seguimos considerando que Venezuela sigue siendo un país independiente del imperialismo, es decir, que no son serviles a las órdenes políticas del frente imperialista. Chávez no se ha transformado todavía en un agente directo del imperialismo y, pese a sus acuerdos con las multinacionales petroleras, sigue teniendo fuertes choques y roces políticos, sosteniendo una alianza con Cuba. En su momento repudió contundentemente la invasión a Haití. Votó a favor de Irán junto a Cuba y Siria en la ONU. Rompió el acuerdo de la Comunidad Andina y G3 (acuerdo Colombia, México, Venezuela) rechazando los acuerdos de TLC de Perú y Colombia con EE.UU. La experiencia mucho más reciente del gobierno de Evo Morales, lo ubica como un nuevo gobierno de frente popular con fuertes roces con el imperialismo y las multinacionales del petróleo y el gas, a quienes ha nacionalizado aunque sea en forma parcial. Además de solidarizarnos con la lucha del pueblo boliviano, seguramente también iremos elaborando e intercambiando opiniones sobre este nuevo proceso. El reagrupamiento y la revolución venezolana Nos queremos detener en Venezuela. No por nada el proceso revolucionario venezolano viene impactando desde hace años con mucha fuerza, a la vanguardia luchadora de todo el continente, existiendo amplias simpatías por lo que se denomina el “chavismo”. Entre los distintos participantes de estos encuentros, hay un gran interés en el seguimiento de los procesos en ese país, y eso nos permite un rico intercambio de puntos de vista. Existe entre todos nosotros la preocupación muy sana por evitar el sectarismo. Un ejemplo práctico de este error lo muestran compañeros que militan dentro del PRS y que tienen vínculos con el PTS de Argentina. En 2006 hay elecciones y se presenta Chávez a la reelección. En una táctica electoral que consideramos correcta, tanto la corriente clasista de la UNT que encabeza Chirino (C-Cura), como el PRS, han decidido el voto a Chávez. Angel Arias en Aporrea pone un signo igual entre una táctica electoral y el apoyo político al gobierno. Nada justifica un apoyo político al gobierno de Chávez (aunque lo defenderemos siempre que sea atacado por la burguesía escuálida o el imperialismo). Pero una táctica electoral se puede levantar sin dar ese apoyo político. Angel Arias dice que es “necesario levantar una candidatura obrera independiente” y que “lo otro es hacer un cómodo seguidismo al chavismo”. Podríamos decir que es un “sectarismo de manual”. El mismo dice que, como es irrealizable, hay que votar en blanco o nulo... No nos detendremos en otras posiciones sectarias tipo el FOS, cuyos compañeros en Brasil (el PST-U) ponen un signo igual entre los gobiernos de Lula y Chávez. Pero en este debate también es decisivo combatir el oportunismo. Desde este punto de vista nos vemos obligados polemizar con los compañeros de Praxis, también integrantes de estas reuniones, tomando un reciente texto sobre Venezuela del compañero Sanmartino. En primer lugar, los compañeros plantean que el centro de una política revolucionaria para Venezuela pasaría hoy por el impulso a un “frente único antiimperialista”. En este aspecto Praxis coincide políticamente con los planteos de los compañeros del MES y de Pedro Fuentes, participantes del seminario internacional de Caracas en enero de este año. El tema del “frente único antiimperialista” tiene un larguísimo desarrollo, que no pretendemos agotar acá. Para ir directo al grano, simplificaremos el debate sobre el siguiente interrogante: ¿el centro de la política del PRS, en la presente fase del proceso revolucionario en Venezuela, debería ser la unidad de acción anti-imperialista? Insistimos en que la formulación de Praxis de “frente único antiimperialista” lleva a una discusión mucho más amplia. En determinada coyuntura puede ser correcto y necesario impulsar como eje una política de unidad de acción que incluya a sectores de la burguesía o del gobierno de Chávez para enfrentar al imperialismo. Pero en política las discusiones son concretas. Reafirmando el aspecto metodológico que indica que siempre hay que partir de la realidad, tratando de precisar bien que está ocurriendo y qué posible dinámica tendrá esa realidad, creemos que la situación revolucionaria venezolana ha tenido distintos momentos y coyunturas, y hoy el centro de la confrontación ya no es en forma directa con el imperialismo. Partimos del presupuesto, como dijimos anteriormente, de considerar al gobierno de Chávez como independiente frente al imperialismo y con fuertes roces en particular con el gobierno norteamericano. Esa definición de por sí indica que el proceso revolucionario y el propio gobierno de Chávez son una preocupación permanente del imperialismo y por lo tanto corren un grave peligro. Bush no renunciará a presionar, chantajear e incluso bloquear económicamente o intervenir militarmente a Venezuela para derrocar a Chávez, si se trata de contener el profundo ascenso revolucionario. Por esa razón, la política permanente del PRS es denunciar a Bush, y el llamado a defender al proceso revolucionario, incluso al propio Chávez, ante un eventual ataque del imperialismo, sus aliados y sus títeres criollos. Este punto es crucial y no lo concebimos como un asunto coyuntural. Es lo que hicimos ante el intento de golpe de los escuálidos y los yanquis. Pero a partir de allí, tenemos dos definiciones adicionales. La primera, es la inconsecuencia de Chávez frente al imperialismo, lo que nos obliga, por la positiva -dada la confianza que la población tiene en él-, a levantar un conjunto de propuestas más de fondo, que eduquen a los trabajadores y el pueblo, sobre que, para poder derrotar al imperialismo, hay que tener un política consecuente, en todos los ámbitos: no capitulación a las multinacionales, denunciar las guerras y las agresiones imperialistas, utilizar el petróleo como arma política, el rechazo al pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, armas para los sindicatos, conformación de milicias obreras y populares independientes, que el gobierno no plantea. La defensa de Chávez ante cualquier ataque imperialista y este conjunto de demandas adicionales, es lo que concebimos como la táctica de unidad de acción -confrontación, que muy buenos resultados políticos le ha dado al PRS para confluir con los chavistas honestos y consecuentes que de verdad quieren enfrentar al imperialismo y sus agentes criollos. La segunda es el análisis de la coyuntura política, que es básico para las definiciones políticas y tácticas de la organización. La evaluación de los impulsores del proyecto PRS, es que los sucesivos triunfos del movimiento de masas sobre el imperialismo y la oposición golpista en Venezuela, sumado a la disposición del pueblo a profundizar el proceso revolucionario, han establecido desde agosto de 2004 una determinada coyuntura política. Desde entonces, más allá de los discursos encendidos de Chávez contra el gobierno de Bush y de los choques reales entre ambos, la característica central de la situación política en Venezuela es la confrontación sorda e irreprimible contra la burocracia, la corrupción, contra funcionarios ineptos, contra las estructuras políticas del chavismo, de demanda de atención y solución a las necesidades primarias. Esto se viene dando así auque todavía la gente no logre identificar que detrás toda esa realidad exista una alta cuota de responsabilidad directa del Presidente Chávez. Para contrarrestar esa situación, no es casual que el gobierno, los partidos “oficialistas”, el stalinismo y todo el reformismo tengan como centro la “denuncia” permanente solo del imperialismo y en todo momento invoquen el peligro de la invasión militar. En Venezuela se ha forjado una alta conciencia anti-imperialista, pero por desgracia, es utilizada malignamente por direcciones nacionalistas burguesas inconsecuentes, stalinistas o reformistas, que denuncian y denuncian al imperialismo, pero tras bastidores o públicamente le hacen cada vez más concesiones. O tratan de desviar la atención de las masas, denunciando el peligro cierto, pero no real, de que en el corto plazo se produzca la agresión militar. Los problemas más sensibles y sentidos por millones de venezolanos, a pesar de su alta conciencia anti-imperialista, están ligados cada vez más a las cuestiones salariales, de condiciones de trabajo, de incumplimiento de los compromisos sobre la cogestión y el control obrero, la corrupción, el burocratismo, la permanencia de la pobreza. Sectores de masas empiezan a movilizarse de manera independiente para exigir solución a los mismos. Hacer entonces eje en el momento actual, en una unidad de acción anti-imperialista, llevaría al PRS a alejarse cada vez más de ese rico y explosivo sector que se radicaliza y quiere soluciones. Por esa vía, se le estaría haciendo el juego al gobierno de Chávez. La política hacia los distintos sectores chavistas Un segundo tema con el que queremos polemizar es el planteo de Praxis sobre “la necesidad de empalmar o re-agruparse con todos aquellos que se proponen seguir profundizando la revolución, no sólo en el sentido de las medidas económicas, sino también desde el punto de vista de la participación de las masas en la “construcción de su propio poder y autogobierno”. (Subrayado nuestro). Bajemos esto a tierra en Venezuela hoy. Como lo vienen mostrando los incipientes conflictos obreros, el fortalecimiento del ala clasista de la UNT y la formación reciente de la C-CURA en un plenario con mil dirigentes y activistas sindicales, se comienza a desarrollar un fenómeno de rebelión y autoorganización política en las filas de los trabajadores y sus organizaciones, con distintos ritmos y dinámicas en los diversos gremios y regiones. Mientras tanto, el momento particular que se vive en los sectores populares (barrios y parroquias) es mucho más complejo, más contradictorio y su dinámica más acotada. A pesar de que luchan, crean mecanismos y buscan espacios para expresarse, entre esos sectores populares la radicalidad no va de la mano con un proceso de independización frente a las estructuras políticas del chavismo y del propio presidente Chávez, como se vive entre los trabajadores organizados sindicalmente. Buena parte de ellos subsisten porque hacen parte de las misiones, en su calidad de lanceros subvencionados económicamente o están integrados, vía cooperativas o proyectos productivos, a entidades estatales y de gobierno, lo que aumenta su dependencia política y organizativa hacia el chavismo. Como no podía ser de otra manera, en estos sectores proliferan un sinnúmero de nuevas y viejas organizaciones políticas (o que se denominan sociales) que tienen programas y plataformas comunes que les dan afinidad política: son conscientemente nacionalistas-burgueses, patrioteros, reformistas o pro-stalinistas, lo que quiere decir que su conciencia y sus acciones están predeterminadas por la conciliación de clases, los métodos burocráticos, y no pretenden, ni quieren ir más allá de los planteamientos de Chávez. Su programa es la Constitución burguesa de la República Bolivariana de Venezuela y su plataforma son las 10 tesis para el salto adelante, promulgadas por Chávez a finales de 2004 (uno de cuyos puntos fundamentales es la defensa de la propiedad privada capitalista), las cuales defienden a capa y espada en cada momento. A grandes rasgos ese es su perfil, y para esos objetivos llaman a las masas a la “construcción de su propio poder y autogobierno”. Apelan a esa vieja receta reformista porque ellos conscientemente no quieren destruir el Estado capitalista, porque ya están construyendo “su propio poder”, como funcionarios, burócratas y arribistas del Estado burgués que Chávez gobierna. Esta visión la podemos leer en la reciente declaración electoral del Movimiento 13 de Abril - Proyecto Nuestra América, aparecido en Aporrea. Todo esto para nada significa que el PRS desprecie o renuncie a construirse sobre franjas del movimiento popular. Tanto OIR antes como ahora el proyecto PRS, han dado muestras inequívocas de tener políticas unitarias hacia esos sectores de vanguardia e incluso hacia las direcciones reformistas o provenientes de la IV República. Hasta Marcela Máspero (dirigente de la UNT) hizo parte del Comité de Redacción del Periódico OIR a los Trabajadores. En el terreno de la cogestión se acercaron al sector de Carlos Lanz (presidente de la empresa estatal del aluminio), dirigente de una de las tendencias más importantes del M-13 e incluso avanzaron conjuntamente hacia la propuesta de constituir una Corriente Socialista Revolucionaria. Pero se fue paralizando el proyecto de participación democrática de los trabajadores en la gestión de la empresa. Con sectores del M-13, dirigentes del PRS hacen permanentemente unidad de acción y gracias a ello existe Aporrea.org, una verdadera conquistas de los trabajadores y el pueblo en el terreno de los medios de comunicación. Actualmente el PRS coincide con sectores del M-13 en la campaña contra Globovisión y están comenzando a estudiar su propuesta de frente electoral. Pero también han ido constatando que cada vez hay más distancia con estos sectores respecto de la necesidad de construir una herramienta política para conducir a las masas hacia la lucha por el poder. Por eso no extraña que el dirigente del M-13 dijera en la reunión del seminario internacional que se hizo en Caracas, ya mencionado, que se sentía como “cucaracha en baile de gallinas” y su discurso fuese una demostración palpable de su visión reformista. Lo mismo comienza a suceder con el Frente Campesino Ezequiel Zamora, donde corrientes pro-guevaristas, de la iglesia, de las organizaciones insurgentes y reformistas, a pesar de su discurso radical, comienzan a enchalecar a uno de los sectores más importantes de la presente coyuntura política como lo es el campesinado. Tercer y último, discrepamos con las apreciaciones de Praxis sobre el propio PRS. Esto es inevitable, ya que lógicamente hay un lazo indivisible entre los planteamientos programáticos y políticos, la orientación y las formas organizativas. Según Praxis, el proyecto del PRS en estos momentos no tiene viabilidad política, ya que lo que debería hacerse es un movimiento integral con sectores del chavismo. El PRS sería una especie de “Muro de Berlín”, estaría colocando “barreras adicionales a las que ya existen” entre los revolucionarios y las masas (Apuntes sobre la izquierda en Venezuela, del grupo Praxis). Con distintos argumentos, coincide con Pedro Fuentes, quien alerta que “levantar una política revolucionaria lleve al PRS a la autoproclamación (Apuntes sobre el Foro Social Mundial y la situación venezolana. Además del debate -que está ampliamente planteado- sobre la necesidad en general del partido revolucionario, para la realidad actual venezolana, solo podemos decir que el PRS no solo es necesario, sino que es urgente, imprescindible. Ya existen en la realidad fenómenos de ruptura política con el gobierno, que dan las condiciones para ir sumando en la construcción práctica, en la formación de cuadros y de una dirección que vaya sumando experiencia. Ante la proliferación de los gobiernos frentepopulistas, se hace más necesario que nunca la construcción de partidos revolucionarios, como lo vienen impulsando los compañeros del PRS, porque inexorablemente, más temprano que tarde, las masas irán haciendo la experiencia con esas variantes burguesas de engaño y conciliación. En la pelea por construir esa alternativa política de lucha y para tomar el poder, hay que huir como de la peste de todo tipo de sectarismo. Pero no creemos que en este momento sea el sectarismo, el peligro o el mal mayor. La realidad está mostrando que, justamente, por la presión de estos gobiernos y fundamentalmente por las direcciones reformistas que los sostienen, el mayor peligro es el oportunismo en sus distintas formas de apoyo a esos gobiernos burgueses. Y no avanzar en la construcción de los partidos revolucionarios, ya que hay grandes oportunidades para ello que se nos ofrecen en Venezuela y toda América Latina. Nacional, Frente de Izquierda y Reagrupamiento Por un frente unitario de la izquierda, para las luchas y las elecciones. Un paso realista y necesario Esta fuera de toda duda la necesidad de que la izquierda se una ante las luchas y las elecciones. Este es un reclamo justo y permanente de los luchadores y simpatizantes de la izquierda. Cuando lo logramos, se potencian de inmediato las fuerzas, como lo han demostrado las distintas marchas unitarias o el crecimiento electoral durante los años 2000-2001. Hay que definir que hay distintos planos de unidad de la izquierda, y ponernos de acuerdo sobre qué abrir el debate. Una cosa es la unidad de los revolucionarios y otra cosa es la unidad de toda la izquierda. Sobre los problemas de la izquierda Como es lógico hay elementos de balance, con diferencias, entre los distintos sectores de la izquierda. Esto es fundamental debatirlo para saber diagnosticar el problema e intentar dar respuestas para combatirlo. Es un hecho que tanto en Argentina como en el mundo, la izquierda está dividida. Pero en general este es un problema histórico, no de ahora. Estuvo dividida la izquierda en la propia revolución rusa. La división de la izquierda no es un problema nuevo. Muchas veces las masas o sectores de vanguardia lo toman como nuevo, pero no es así. Esto es un tema fundamental. Respecto de Argentina, hay polémicas o dudas de compañeros que se plantean por qué la izquierda, -a veces la izquierda revolucionaria, o la izquierda en general) no tiene influencia de masas. Hay corrientes que señalan que esto se debe a que no ha habido un partido único de tenencias o un movimiento único abierto a distintas tendencias. Encuentran la causa en la forma de organización. Otros compañeros buscan la respuesta en que hay distintos proyectos. Dicen que fracasó el proyecto oportunista, encarnado por ejemplo en el Partido Comunista; y a su vez, que habría fallado también un proyecto sectario. En síntesis, que fracasaron el PC y la izquierda revolucionaria. Nosotros no coincidimos con este balance para la Argentina. Creemos que en primer lugar hay causas objetivas por las cuales la izquierda no tiene influencia de masas. Fundamentalmente esa causa ha sido la existencia del peronismo, del movimiento nacionalista burgués que, desde la década del ’40 ganó a la clase obrera. Aunque ha habido crisis y ha comenzado un descreimiento en el peronismo, el hecho es que aún no se ha producido su estallido final. Por ejemplo, es un hecho que hay expectativas en amplios sectores de masas en Kirchner, fundamentalmente entre los trabajadores, que es nuestra clase. Esto explica que haya ganado las elecciones de octubre del 2005. Por esas expectativas, ayudado con el aparato de estado y el PJ, muy probablemente Kirchner llene la Plaza de Mayo el 25. Hubo un momento de inicio de ruptura antes y durante el Argentinazo, pero después es un hecho que circunstancialmente han logrado amortiguar esa crisis. Ignorar esto es tener una visión equivocada de la realidad y centrar las discusiones en una expectativa falsa. La tendencia es a que se profundice la crisis del peronismo y se dé el giro a la izquierda de las masas. Pero es equivocado confundir el presente con las perspectivas. Otro tema es por qué hay división de la izquierda. Desde nuestro punto de vista hay dispersión y distintos partidos de izquierda porque chocan distintos proyectos estratégicos, que se sintetizan habitualmente en las diferencias entre reformistas y revolucionarios. Es un proceso histórico y mundial, que viene desde fines del siglo XIX y sigue hoy. Las principales corrientes reformistas ha sido los socialdemócratas y los partidos comunistas. En muchos países estas organizaciones de izquierda o centroizquierda son de masas, o directamente gobiernan o han gobernado por décadas. En la Argentina, como ya lo señalamos, por el fenómeno del peronismo, la izquierda es minoritaria y está dispersa. Pero no escapa a estos alineamientos históricos y mundiales. Ignorar esta realidad lleva a caer en falsas interpretaciones de que la izquierda está dividida porque no sabe convivir con diferencias o por un sectarismo dogmático. El proyecto estratégico de la izquierda reformista es formar gobiernos amplios de unidad nacional o de centroizquierda con partidos patronales. En Argentina, este es el proyecto estratégico por ejemplo del PC o del PCR. El proyecto político estratégico de la izquierda revolucionaria, es la pelea por el gobierno de los trabajadores y el pueblo y la revolución socialista. Estas son las causas de fondo de la dispersión. Por ejemplo, en el MST-El Socialista, consideramos que la ruptura en 2005 de la alianza Izquierda Unida se produce porque el PC decidió abandonar una unidad electoral y coyuntural (aunque haya durado años), cuyo acuerdo programático incluía puntos revolucionarios, para sumarse a un proyecto estratégico de centroizquierda (Encuentro de Rosario), junto con el Partido Socialista, el PI, sectores del radicalismo, de la CTA y variantes patronales, y grupos menores como el de Beatriz Baltroc. El PCR viene desde hace años llamando al voto en blanco, porque esa es su expresión que tomó su capitulación al PJ, luego de que en 1989 llamaron a votar a Carlos Menem. Su proyecto estratégico es la unidad con los sectores “nacionales y patrióticos” de la burguesía y las fuerzas armadas. Zamora rechaza la unidad porque está en contra de que gobiernen los trabajadores. Con los que podríamos tener coincidencias estratégicas, como el PO o el PTS, no hay unidad porque ellos sí rechazan, hasta ahora, cualquier búsqueda de acuerdos unitarios. Este es nuestro enfoque sobre la dispersión o división de la izquierda. La división entre los sectores que nos reclamamos revolucionarios se debe también a razones políticas, no organizativas. El propio sectarismo es un problema político. Esto es un hecho. No trasladar esquemas: caso PSoL del Brasil Distintas corrientes tienden a poner el centro del problema, entonces, en lo organizativo. Y sacan la conclusión de que hay que avanzar con un movimiento común en base a que existan tendencias. Toman de referencia el caso del P-Sol de Brasil. Este es un partido de izquierda amplio, muy progresivo, donde conviven distintas corrientes que en común rechazaron la traición de Lula y el PT desde el gobierno. Es una experiencia especifica, por lo menos por ahora, surgida de los 25 años de desarrollo del PT, que no podemos reproducir así como así en la Argentina, aunque lo deseáramos, porque no vivimos un fenómeno parecido al PT y su ruptura. El PSoL es un fenómeno vivo, con déficits programáticos, debates y choques políticos entre sectores con marcados rasgos reformistas. Y la propia experiencia del PSol está mostrando la disputa de tendencias permanentes, entre corrientes reformistas y revolucionarias, donde hay sectores que quieren construir un polo revolucionario para convertir el PSoL en una herramienta de lucha para disputar la dirección del movimiento y avanzar en la disputa del poder, y otros que quieren que sea una simple estructura electoral. Hoy día el PSol cada vez es más un frente de tendencias que un partido común, por diferencias políticas, y no por problemas organizativos. En la medida en que el centro no es lo organizativo, no vemos un proyecto que pase por un nuevo movimiento político común de la mayor parte de la izquierda. Consideramos un camino incorrecto buscar un programa que permita refundar a la izquierda con la expectativa de unir a organizaciones que discrepan con la independencia de clase, como divisoria de aguas, y que no coinciden en que el eje de la salida sea un gobierno de los trabajadores y el pueblo, un gobierno de ruptura con la burguesía y el imperialismo. Seguimos creyendo, en el plano estratégico, que hay que construir un partido revolucionario, con centralismo democrático, que esté abierto para eso a la unidad con otros sectores que coincidan con un programa mínimo revolucionario y socialista. Aunque no veamos condiciones hoy día, estamos de acuerdo en debatir y buscar un programa común mínimo revolucionario, para unir a partidos y corrientes que abarcaría desde el PO, MAS, los distintos sectores del MST, PTS, FOS u otros. Pero lo vemos hoy día en Argentina, como un proyecto difícil. No nos parece una posibilidad actual. Nos llevaría a desgastarnos en debates tras debates, por una salida casi imposible, que creemos, por ahora, nadie la está planteando, aunque es necesario despejarlo. Nuestra propuesta: construir en forma inmediata un Frente de Izquierda y los trabajadores. Nuestra propuesta, si hablamos de un reagrupamiento, es constituir un frente de izquierda o un polo unitario de toda la izquierda, para las luchas y las elecciones del 2007. La vemos realista y factible en lo inmediato, la cual podría abarcar quizá a no toda la izquierda, pero sí a la que esté de acuerdo. Ya ha habido experiencias en este sentido. El Frente del Pueblo, distintos tipos de frentes y coordinaciones, Izquierda Unida. No decimos repetir igual estas experiencias, pero sí decimos que un frente de izquierda, en base a puntos programáticos comunes, no solo es posible sino necesario. En concreto, proponemos un frente de izquierda y los trabajadores que podría abarcar desde PO, MAS, Cimientos, PCT, MST-Alternativa, MST-El Socialista, Praxis, FOS e incluso al PTS, al que se podrían sumar sectores que estén de acuerdo con un programa como se levantó, por ejemplo, para el 1º de Mayo, o se ha acordado para los 20 de diciembre. Convocando a que se sumen los dirigentes del MIC. Esto permitiría agrupar a personalidades de izquierda, antiimperialistas, ex militantes y simpatizantes. Esta propuesta se podría también ampliar a los demás partidos de izquierda como el PCR y el PC. Es la única posibilidad inmediata que nos permitiría enfrentar las luchas obreras y populares; y desplegar una campaña electoral en común. Propuesta que a su vez, lejos de alejar a sectores que no están convencidos de un programa totalmente socialista como levantamos quienes nos reivindicamos trotskistas, permitiría aglutinarlos y acercar a otros que vengan de otras extracciones, o a distintos luchadores sociales. Sobre este paso práctico y necesario creemos que habría que concentrar parte importante del debate.
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