Durante muchos años, sobre todo en los más oscuros de la dictadura franquista,
ver Octubre era como un sueño. Por supuesto, su fama había llegado hasta
nosotros, aparecía en los libros de cine, pero no había manera. No sé donde
escuché que en una universidad (quizás de Madrid), la policía secreta irrumpió
en una proyección…Junto con El acorazado Potemkin, ha sido seguramente la
película más mítica de la Rusa revolucionaria tato por lo que contaba como por
su propia historia ya que sus numerosos cortes fueron como un corte de navaja
que separó el tiempo en el que la verdad revolucionaria comenzó a dejar de ser
libre…Durante mucos años, sedujo a varias generaciones de espectadores.
Recuerdo haber leído el testimonio de un escritor francés en el que describía
la presencia fascinada de andré Gide en una proyección, posiblemente amenazada
por las autoridades o por alguna pandilla de niñatos fascistas…
Es posible que haya perdido esa aureola mítica, lo cierto es que ya no es
noticia. Lo será si algún se restituye el original, pero no parece falible que
se encuentren los cortes en un cajón, y quizás menos que en la Rusia de los
actuales zares, exista una productora con ganas de operar dicha restitución…El
caso es que, por más que el tiempo no hay transcurrido en vano, sería una
verdadera pena que las nuevas generaciones “pasaran” de ella, y que se dieran
tentativas –muy asequibles por lo demás- para pasarla por escuelas,
institutos, talleres militantes o centros de barrios. En el caso de que
alguien lo haga, seguramente le podrán servir las notas que siguen...
Al margen de sus finalidades, cada film constituye un reflejo del contexto
histórico en que ha sido realizado. Si además este film aborda un tema
histórico pretérito, la articulación cine/historia se produce a un doble
nivel: el del film como instrumento de análisis y reproducción de un hecho
histórico, y también como paralelo reflejo contemporáneo de las circunstancias
históricas en el momento de su producción. En este sentido, Octubre (Oktjabr,
1927), de Sergei Mikhailovitch Eisenstein, constituye un caso ejemplar de la
citada doble articulación cine/historia, ya que si por una parte aborda -y
reproduce- el contexto de la Revolución soviética de 1917, no deja de reflejar
también las circunstancias políticas de la Unión Soviética en 1927, tanto a
través de su largo y dificultoso proceso de elaboración, como de su resultado
final, condicionado por la censura estalinista.
Como es sabido, el primer problema con que se enfrenta todo film de tema
«histórico» es el de la reproducción de los hechos en función de la técnica y
de las circunstancias de realización disponibles en el momento de rodaje del
film. En el caso de Octubre se trataba de un proyecto oficial -de producción
nacional- encomendado a un prestigioso realizador con motivo de una
onomástica: la celebración del X Aniversario de la Revolución de Octubre de
1917.
En 1924, el Teatro Central del Proletkut había lanzado ya la propuesta del
proyecto «Hacia la dictadura (del proletariado», que, a lo largo de diversos
episodios, debía reflejar el proceso político que conduciría hacia la
Revolución; de los ocho films previstos sólo se llegó a rodar el quinto, La
huelga, precisamente el primer largometraje de S. M. Eisenstein. Poco después,
la Revolución de 1905 fue también objeto de un proyecto cinematográfico
oficial, que encargado globalmente a Eisenstein desembocaría finalmente en un
único episodio -el motín del acorazado «Potemkin» en Odessa-, que
indudablemente llegaría a convertirse en una verdadera obra maestra de la
Historia del Cine, entre otras cosas por su capacidad de síntesis histórica.
Favorecido por el enorme éxito de El acorazado Potemkin, Eisenstein se dispuso
a realizar entonces un film que, dejando al margen las reconstrucciones
históricas, analizase el problema contemporáneo de las repercusiones de la
transformación agraria en el campesinado soviético.
De ahí nació Lo viejo y lo nuevo/La línea general, que comenzó a rodar -junto
a su compañero Grigory V. Aleksandrov- el 3 de julio de 1926. Sin embargo, se
acercaba el X Aniversario de la Revolución de Octubre y el Comité Ejecutivo
Central encargó a algunos de los más prestigiosos realizadores del país
diversos proyectos conmemorativos del evento. Así surgieron Moscú en Octubre
de Boris V. Barnet, El fin de San Petersburgo de Vsevolod I. Pudovkin, Octubre
de Sergei M. Eisenstein y Grigory V. Aleksandrov, Octubre y el mundo burgués,
film de animación escrito por G. M. Boltiansky, y los films de montaje, La
gran vía y La caída de la dinastía Romanov de Esther Shub. Ya el 6 de
noviembre de 1926, la revista Kino había publicado la siguiente noticia: «Eisenstein
y Tissé (su habitual director de fotografía) comenzarán a trabajar el 10 de
enero en un grandioso film para el año del Aniversario.
La realización durará nueve meses y el film tratará de los siguientes
acontecimientos: los preparativos para Octubre, Octubre en el centro (Petrogrado)
y otros lugares, y posteriormente, episodios de la Guerra Civil». Sin embargo,
Eisenstein seguía trabajado en aquellas fechas en el rodaje de Lo viejo y lo
nuevo, y la propia Kino anunciaba semanas más tarde otro proyecto para
Eisenstein -cinco minutos, sobre una huelga en un barco extranjero en la época
de la muerte de Lenin-, desvinculándose del proyecto el nombre de Aleksandrov,
quizá con la intención de que éste concluyese Lo viejo y lo nuevo. El rodaje
de este film se interrumpió, no obstante, el 16 de enero de 1927, y pocos días
después Eisenstein presentaba su primer guión sobre la Revolución, que
abarcaba de febrero a octubre con un apéndice sobre la Guerra Civil,
condensando de este modo su primera idea que incluía además un episodio sobre
el Ejército Rojo y otro sobre la reconstrucción del país.
La versión definitiva del guión quedó concluida el 5 de marzo de 1927, después
de un minucioso trabajo de recopilación, tanto de datos bibliográficos -entre
los que ocupa un lugar destacado la crónica de John Reed, Los diez días que
conmovieron al mundo-, personales -Eisenstein se encontraba en San Petersburgo
estudiando arquitectura cuando estalló la Revolución- y cinematográficos.
Entre éstos, Esther Shub mostró al equipo de Octubre los diversos
documentales, rodados en Petrogrado durante los hechos históricos, que
posteriormente utilizaría para su montaje La gran vía. Finalmente, con un
presupuesto total de 500.000 rubIos, el 13 de abril se inició el rodaje del
film, precisamente con las escenas de confraternización entre soldados
soviéticos y alemanes, en las que, excepcionalmente, aparece el propio Eduard
K. Tissé interpretando el papel de oficial alemán. A partir de ahí las
anécdotas se suceden, pero también constituyen un reflejo de las condiciones
de trabajo del equipo de Eisenstein en su proceso de reconstrucción de los
hechos históricos: la ciudad de Leningrado estuvo literalmente pendiente del
transcurso del rodaje de este film y, paralelamente, del de Pudovkin -de tema
y características muy similares-, ya que tan pronto era necesario elevar los
puentes sobre el Neva como dejara oscuras algunos barrios de la ciudad para
suministrar la energía que precisaban los rodajes nocturnos.
También se vieron escenas insólitas, como la majestuosa entrada del crucero
«Aurora» por las aguas del Neva con la misma arrogancia que lo había hecho
diez años atrás... Para las escenas de masas, como la gran manifestación; de
julio o el asalto al Palacio de Invierno, Eisenstein requirió el concurso de
miles de obreros y soldados de Leningrado que participaban voluntariamente,
recordando la experiencia que, muchos de ellos, habían vivido diez años antes.
De este modo se consiguió una verosimilitud tal que la historia y su
reconstrucción cinematográfica se mezclan hasta el punto de que el Times de
Los Ángeles llegaría a publicar fotogramas de la escena del saqueo de los
sótanos del Palacio de Invierno como prueba de «los continuos ataques
bolcheviques», invirtiendo así el sentido ideológico que Eisenstein le había
concedido.
Sea o no de tema histórico el siguiente proceso de creación de todo film es el
montaje. Para Eisenstein éste consistía en un verdadero sistema de atracciones
entre las diversas secuencias, suscitando asociaciones de ideas que, en la
mente del espectador, crearían el verdadero sentido del film. Octubre era,
además, un grandioso fresco histórico para el que se habían rodado 49.000
metros de película; pero de ellos sólo se utilizaron 2.800 para la versión
definitiva. En el transcurso de este proceso de selección y manipulación
habían intervenido, sin embargo, no sólo el espíritu sintetizador de
Eisenstein a través de sus metáforas, sino también la premura para tener listo
el film para el día del aniversario y, sobre todo, los condicionamientos
políticos de la época para adecuar los hechos de la Revolución de 1917 a la
perspectiva que de ella tenía -o quería tener- Stalin en 1927.
El 16 de enero de 1924, en la XII Conferencia del Partido, Trotsky, junto con
otros 46 disidentes, había sido acusado por Stalin de entregarse a actividades
«fraccionales» y expresar una «desviación pequeño burguesa» en el seno del
Partido. Con este acontecimiento se iniciaba la progresiva campaña de
desprestigio contra uno de los más importantes artífices de la Revolución, que
llevaría a su destitución en 1925 como comisario de Guerra y presidente del
Consejo de Guerra revolucionario.
No es de extrañar, pues, que tras la campaña de prensa clandestina impulsada
por Trotsky ante la celebración de la XV Conferencia del Partido, el montaje
que de Octubre estaba haciendo Eisenstein fuera obligatoriamente condicionado
desde el punto de vista del propio Stalin que controló todo el montaje.
Trotsky, Zinóviev y otros dirigentes desaparecerían consecuentemente de la
versión definitiva de Octubre; sin embargo, en la copia que se estrenó
recientemente en España, aparece una escena inédita en anteriores versiones
conocidas que muestra la actitud de Trotsky durante la célebre reunión del
Comité Central el lO de octubre de 1917.
El 24 de octubre de 1927 se estrenó La gran vía y el día siguiente,
aniversario de la Revolución, El fin de San Petersburgo y Moscú en Octubre. El
film de Eisenstein no estaba todavía concluido, pero se exhibieron algunas
bobinas ya montadas en el Teatro Bolschoi de Moscú. Sin embargo, los rumores
suscitados sobre el retraso de la conclusión de Octubre llegaron incluso a
provocar una carta explicativa de Eisenstein en la revista Kino del 20 de
diciembre de aquel año: «A las historias que circulan podemos agregar: 1)
Estamos haciendo dos películas: Antes de Octubre y Octubre. En total 4.500
metros. Esto debe también expresar en cierto modo nuestra situación. 2) De por
sí, el trabajo de montaje a realizarse en Octubre resulta sumamente
dificultoso, necesita una gran cantidad de tiempo, pues enfrentamos una serie
completa de enfoques sumamente complicados y sin precedentes para varias
secuencias y temas». No obstante, los planteamientos del realizador eran
todavía ingenuos, ya que tras la expulsión de Trotsky del Partido, Aleksandrov
atestiguaría que Stalin en persona había visitado el laboratorio de montaje
indicando cortes en diversas escenas favorables a Trotsky y de una que
mostraba a Lenin bajo «un enfoque insatisfactorio».
Tras estas nuevas manipulaciones el film salió definitivamente de la sala de
montaje en febrero de 1928, estrenándose el 14 de marzo de 1928 con un metraje
de 2.800 metros y condensado en una única parte que abarcaba de febrero a
octubre con la breve inclusión de una única escena sobre la Guerra Civil.
Por otra parte, el estreno del film coincidía con la plena expansión
industrial del cine soviético, que en pocos años había visto crecer el número
de sus salas de exhibición en proporción geométrica. En estas condiciones, las
intelectualizadas metáforas de Eisenstein como método de análisis de los
hechos de Octubre chocaron frontalmente con los requerimientos estalinistas de
un cine realista y popular. Es lógico, pues, que bajo estos condicionantes la
crítica contemporánea soviética expresara su reacción mediante comentarios
negativos. De este modo, frases como «Eisenstein no ha conseguido tratar de
modo orgánico y auténtico el tema de la Revolución proletaria" (I. Anismov en
Vecernjaia Moskva del 9 de marzo de 1928), «Octubre es un fracaso en el mismo
sentido que la Revolución de 1905 fue un fracaso, si bien prosperó la de 1917"
(V. Shklovsky), o incluso los reproches de Ossip Brick en la revista Lef
(abril de 1928) -dirigida por Maiakovsky-, que acusaba a Eisenstein de
«considerarse como un genio", contribuyeron a cimentar la mala prensa de un
film cuyo reflejo de la Revolución de Octubre -con manipulaciones incluidas-
sigue siendo el más exacto de los que se han realizado hasta la fecha, y que
sí realmente manifestaba una falta de coherencia orgánica, era por razones muy
distantes a los propósitos de los realizadores.
Hemos visto hasta qué punto fue minucioso Eisenstein en la reconstrucción de
los hechos, así como las diversas fases de manipulación del film a lo largo de
su montaje. Por otra parte valga recordar también tres condicionantes de tipo
general de los que ya se ha hablado en párrafos anteriores: Octubre era un
film de encargo conmemorativo destinado a un público que no sólo estaba más o
menos al corriente de los hechos, sino que mayoritariamente había participado
físicamente en ellos. En segundo lugar, Eisenstein era un intelectual y su
obra anterior hacía ya prever de antemano que Octubre no sería una mera
reconstrucción documental de los hechos, sino su interpretación personal con
frecuentes recursos al uso de la metáfora. Finalmente, valga recordar una vez
más no sólo la parcialidad ideológica del film motivada por la intervención de
Stalin, sino sus obligadas síntesis históricas debidas a las sucesivas
reducciones del metraje.
De este modo, abandonando ya la perspectiva de Octubre como reflejo histórico
de la Unión Soviética en 1927 y centrándonos en su análisis de la Revolución
de Octubre, he creído oportuno desglosar el film cronológicamente a través de
tres grandes bloques históricos, separando los dos códigos principales del
trabajo de Eisenstein: las secuencias de identificación de los hechos
históricos y las secuencias intercurrentes de la valoración eisensteniana de
los mismos.
El primer gran bloque histórico de Octubre abarca desde la insurrección de
febrero hasta la llegada de Lenin a San Petersburgo en abril. Como ilustración
de las huelgas generalizadas desde el 23 hasta el 27 de febrero que condujeron
a la caída del zar, Eisenstein ofrece el simbólico derrocamiento de la estatua
de Alejandro III en Moscú, en una estética constructivista que aísla el hecho
de su contexto histórico, ya que este acontecimiento, en realidad, no tuvo
lugar hasta 1921. Otras imágenes valorativas de este período histórico vienen
dadas por la contraposición entre la acción de soldados y campesinos con sus
fusiles y guadañas en alto frente a las congratulaciones de unos burgueses
riendo y un incensario balanceándose. Este mismo motivo religioso enlaza a
continuación con la exclamación del Metropolitano de Novgorod: «Largos años al
Gobierno Provisional».
Tras esta escena, la Guerra Civil, representada por la secuencia de
confraternización entre soldados alemanes y soviéticos en el frente -tema de
amplia discusión entre las diversas fracciones revolucionarias sobre la
continuidad de la guerra o la posibilidad de una paz pactada por separado por
Alemania-, desencadena sus repercusiones económicas sobre el pueblo en forma
de secuencias urbanas que tienen como motivo temático el hambre.
Consecuentemente, a esta valoración sobre la incapacidad del primer Gobierno
Provisional -que contaba con Kerensky como único ministro socia lista-, tras
la abdicación de Nicolás II el día 2 de marzo, Eisenstein contrapone
dramáticamente la llegada de Lenin a la estación de Finlandia en Petrogrado.
En Octubre, un obrero de los Urales llamado Nikandrov encarna la figura del
dirigente revolucionario, y la escena está planificada concediéndole un tono
casi carismático -focos, banderas y la figura sobre un vehículo blindado que
des olla por encima de las masas-, que Eisenstein aprovecha para introducir
como discurso una síntesis de los postulados de las «Tesis de abril», que en
realidad Lenin no leería hasta el día siguiente en el Palacio Táuride.
El segundo bloque histórico de Octubre se refiere a la insurrección de julio
tras la elipsis desde la llegada de Lenin en abril. Hay que tener en cuenta,
sin embargo, que en mayo se había formado ya el primer Gobierno de coalición
presidido por Lvov, en el que los socialistas ocupaban seis de las quince
carteras y a las que los bolcheviques se oponían a cualquier tipo de
participación, y que, el 9 de junio, Pravda -el periódico bolchevique- había
convocado una gran manifestación para el día siguiente bajo el lema «Abajo los
diez ministros capitalistas», lo implicaba la ruptura del pacto con la
burguesía. No obstante, tras una radical polarización de opiniones, el partido
bolchevique decidió suspender el acto tras las advertencias del Congreso.
Pero, sorprendentemente el 1 de junio fue el propio Congreso quien convocó
multitudinaria manifestación en apoyo de los Soviets, en realidad se convirtió
en una verdadera demostración de fuerza del Partido bolchevique.
Ante la creciente inflación y la perspectiva de una nueva ofensiva militar
parte del Gobierno, se produjo una insurrección popular durante los primeros
días de julio, y es en ese momento cuando Eisenstein retorna el hilo
cronológico Octubre. Las escenas de masas con sus lemas «Abajo los ministros
capitalistas» y «Abajo el Gobierno Provisional", y los mítines en el palacio
de la bailarina Kchesinskaia -sede del Partido bolchevique desde marzo de
9917-, con la postura bolchevique sobre el carácter prematuro de aquel
levantamiento, son la vertiente documental que el film aporta a los hechos,
subrayados por las impresionantes escenas de la represión de la manifestación
en el cruce de las calles Sadovaia y Nevski y el alzamiento de los puentes
sobre el Neva.
Los barrios obreros de Petrogrado estaban separados del centro por los
diversos puentes levadizos que cruzan el Neva y la estrategia del Gobierno
consistió en alzar estos puentes para evitar toda comunicación. Sin embargo,
Eisenstein aprovechó también estos hechos históricos "ara introducir dos
escenas de carácter estrictamente subjetivo. La primera corresponde a la
insistencia de su misoginia a través del ataque de un grupo de burguesas con
sus paraguas contra un joven manifestante bolchevique. La segunda es la
simbología psicoanalítica de los cabellos de la joven rubia deslizándose entre
los dos fragmentos del puente y el cadáver del caballo blanco colgando de uno
de los puentes, mientras éste va elevándose.
A su vez, las consecuencias de la represión quedan representadas a través de
los ejemplares de Pravda flotando sobre el agua, la detención del Primer
Regimiento de Ametralladores por su adhesión a la sublevación y el saqueo de
la sede bolchevique. Contra ellas, Eisenstein opone la figura de Kerensky -ya
primer ministro tras la destitución de Lvov por los hechos de julio-,
magistralmente caricaturizado mediante diversas metáforas cinematográficas:
ubicación física en las habitaciones de los zares del Palacio de Invierno,
mientras saluda «democráticamente» a sus lacayos, analogía por yuxtaposición
con las imágenes de un pavo real y de símbolos zaristas, y la genial escena en
la que Kerensky -por efectos del montaje- sube innumerables veces las
escaleras del Palacio, mientras los subtítulos van jalonando cada ascensión
con un nuevo cargo: dictador, jefe supremo, ministro de la Guerra, de Marina,
primer ministro, etc.
A continuación, unas breves imágenes del exilio finlandés de Lenin en una
humilde choza, sirven como nuevo contrapunto frente a la ostentosa situación
del primer ministro en el Palacio de Invierno -vajillas, camas, arañas de
cristal, escudos de armas- y también como introducción del ataque del general
Kornilov. Definido por su compañero de armas Martinov como «un hombre de nivel
medio ordinario desprovisto de perspectivas amplias», Kornilov asumió las
inquietudes de la derecha monárquica y se dispuso a asaltar Petrogrado «en
nombre de Dios y de la Patria". Octubre ilustra estos hechos con cuatro
núcleos metafóricos: iconografías religiosas -campanario de iglesia barroca,
martirio de San Sebastián, estatuas de dioses y budas, incensario,
metropolitano bendiciendo, etc.- como ilustración del lema de Kornilov y los
intereses políticos que representaba; imágenes de hileras de soldados e
hileras de vasos de vidrio, tablero de ajedrez sin peones, medallas de
recompensas militares sobre un cojín, Kerensky bajo la almohada de su cama
como símbolo de la impotencia del Gobierno Provisional, asociada a la
simbólica reconstrucción -de nuevo mediante el montaje- de la estatua del zar
Alejandro III; la asociación entre Kerensky y Kornilov a través de diversas
iconografías napoleónicas como una lúcida trascripción cinematográfica de las
teorías de Marx y Engels sobre el bonapartismo, en el sentido de que éste
asumiría, en la lucha de clases, un papel semejante al de la antigua monarquía
absolutista en la lucha entre los señores feudales y la burguesía; y
finalmente las fábricas, grúas, carros, banderas rojas y chimeneas como
símbolo de la unión de la clase obrera frente a la agresión militar, que
fracasaría gracias a la distribución de armas entre el pueblo.
La derrota de Kornilov sirvió, por otra parte, para unificar las diversas
fuerzas de la izquierda frente a la inoperancia del Gobierno Provisional, la
liberación de los presos de julio y la confraternización de los bolcheviques
con la «división salvaje» de los tártaros de Kornilov, tal como muestra el
film.
El último bloque histórico de Octubre está dedicado íntegramente a los hechos
de Petrogrado entre el 10 y el 25 de octubre de 1917. Lenin regresó a
Petrogrado el 9 de octubre y se presentó al día siguiente en la reunión del
Comité Central, afeitado, con gafas y peluca, en contra de la imagen
tradicional que de él ofrece el film. En esta célebre reunión, celebrada en
casa del menchevique de izquierdas Nicolai Sujanov, tras una discusión de diez
horas se aprobó por mayoría la necesidad del levantamiento armado y la
celebración del II Congreso de los Soviets el 25 de octubre de aquel año. De
la imagen individual -Lenin en el epicentro de la reunión-, Octubre pasa a la
dimensión colectiva con la multitud aplaudiendo y votando; a continuación, la
llegada del crucero «Aurora» abre las escenas de los días decisivos de la
Revolución, que Eisenstein subraya con nuevos motivos alegóricos: La unión de
las líneas eléctricas y los raíles del tranvía...El film entra así en su fase
final en la que Eisenstein supo integrar magistralmente los diversos elementos
de acción paralela: La huida de Kerensky, el asalto al Palacio de Invierno y
las sesiones del II Congreso de los Soviets.
Nicolai Kerensky huyó de la capital, tal como muestra el film, protegido por
el embajador norteamericano David R. Francis, aunque lo hizo en su vehículo
propio y no uniforme, sino con su habitual traje oscuro. Su ausencia en el
Consejo de Ministros será posteriormente subrayada por el plano de su sillón
vacío yuxtapuesto al coche circulando a gran velocidad. Paralelamente, el
Palacio Invierno fue defendido efectivamente por los alumnos -junkers- de la
Academia Militar, así como por el Batallón Femenino de la Muerte, cuya
descripción cinematográfica -prendas interiores colgadas de los fusiles-
insinúa de nuevo la misoginia de Eisenstein. Los soldados bolcheviques de la
Guardia Roja iniciaron su infiltra en el Palacio a través de los respiraderos
de los sótanos y allí Eisenstein utiliza un nuevo motivo visual con rotura de
botellas almacenadas.
Tras el asalto masivo Palacio a través de su patio, Antonov-Ovseienko, antiguo
oficial del Ejército Imperial condenado a muerte en arrestó personalmente a
los ministros y, en nombre Comité militar-revolucionario, declaró derrocado el
Gobierno Provisional. Por último, en el Palacio Smolny vieron lugar las
sesiones del II Congreso de los Soviet. En su representación, Eisenstein
resalta de forma contundente el enfrentamiento entre bolcheviques y las
fracciones moderadas de mencheviques y «eseristas" mediante nuevas alegorías:
un anciano se duerme durante un discurso menchevique -imágenes de arpas y una
balalaika- y sólo despierta cuando oye la voz de Lenin para aplaudirle
entusiastamente; y es una nueva metáfora -esta vez temporal- la que aparece
como motivo final: imágenes del Congreso alternadas con diversas esferas de
reloj que marcan distintas horas, subrayan la sentencia de Lenin: «La
Revolución obrera y campesina se ha cumplido".
Por los múltiples condicionamientos sufridos durante su realización, Octubre
ha sido siempre menospreciado cinematográficamente con relación a otros films
de Eisenstein. No obstante, el análisis de este film como instrumento de
análisis histórico revela niveles de apasionante profundidad que lo sitúan
como un ejemplo verdaderamente ineludible en la articulación entre Cine e
historia tanto en una dimensión coetánea como en la reconstrucción e
interpretación de unos hechos que, por sí solos, vertebran la historia de
nuestro siglo.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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