Después de una semana de funerales fue enterrado
el presidente polaco, Lech Kaczynski. Descansa en el castillo de Wawel, con
dos reputados santos y varios reyes, sin ser ningún angelito.
La muerte de Kaczynski fue impactante porque se produjo en un accidente de
aviación, el sábado 10, cuando volaba rumbo a Smolensk, en el oeste de
Rusia, con una nutrida comitiva gubernamental. Fallecieron 96 personas,
entre éstas la esposa del mandatario, el jefe de Estado Mayor del Ejército,
el vicecanciller, el titular del Banco Central y otros funcionarios de alta
jerarquía.
La catástrofe fue de tal magnitud, que en la semana de los funerales el
premier Donald Tusk lanzó una comparación que sonó exagerada: "es la mayor
tragedia en la historia de Polonia desde la Segunda Guerra Mundial".
Como para sembrar un poco más de cizaña en las difíciles relaciones que
Polonia y Rusia han mantenido a lo largo de la historia, y que trascienden
largamente el lapso de la Segunda Guerra, el avión presidencial siniestrado
era de fabricación rusa. Un Tupolev 154, marca que la compañía Aeroflot ya
ha dado completamente de baja.
Para disipar toda sombra, el presidente ruso Dmitri Medvedev designó a una
comisión investigadora del accidente y puso al frente al primer ministro
Vladimir Putin. Rápidamente se concluyó que la máquina estaba en buenas
condiciones y el accidente se había debido a una falla humana. En varias
oportunidades desde el aeropuerto de Smolensk le aconsejaron a la
tripulación que no aterrizara por la niebla y que siguiera viaje a otras
ciudades rusas.
Aparentemente la sugerencia fue desobedecida porque el pasajero polaco,
ferviente anticomunista, estaba desesperado por llegar a tiempo a Katyn,
para hacer una segunda conmemoración del 70º aniversario del fusilamiento
por orden de José Stalin de algunos miles de oficiales polacos, en el curso
de la gran contienda.
Una semana antes el premier polaco, Tusk, había sido invitado por Putin a un
homenaje en Katyn a esas víctimas polacas. Kaczynski estaba furioso porque
él no había sido convidado y sí su rival, el premier, perteneciente a una
agrupación liberal de centro, Plataforma Cívica. Putin había lamentado
aquellas muertes de 1940 pero no había pedido disculpas oficiales a Polonia.
Entonces el mandatario polaco, del ultraderechista partido Ley y Justicia,
sintió que debía hacer su propio homenaje. En ese viaje redundante y
sectario perdió la vida.
Lech Kaczynski fue asesor de Lech Walesa en el anticomunista sindicato
Solidaridad y luego hizo carrera junto a ese ex sindicalista devenido en
presidente en 1991. Luego se enemistó con su jefe político, más pragmático.
El ultraderechista, homofóbico y conservador mellizo Kaczynski (con su
gemelo Jaroslaw de alter ego), fue capaz de prohibir hasta las marchas del
orgullo gay cuando era alcalde de Varsovia.
Los hermanos se alejaron de Walesa y crearon su propio partido, en el
extremo derecho y nacionalista del espectro político. En 2005 Lech ganó las
presidenciales y su mellizo Jaroslaw fue su primer ministro, hasta que dos
años después éste debió dejar el cargo al más liberal Tusk, en el marco de
la negociación europea del Tratado de Lisboa. En la Unión Europea los
detestaban a los gemelos; a Jaroslaw un poquito más.
Muchos pero no tantos
El accidente de aviación en Smolensk despertó más adhesión al mellizo Lech.
Como es sabido, en la ciudadanía se suelen agrandar los méritos de un
muerto, más allá de los que se les reconocía en vida. Además, el partido
donde militaba el fallecido, suele hacer un circo político para tratar de
capitalizar aquel dolor cívico, tratando de formar un colchón de votos
necesarios para la transición. En Argentina se ha visto esta película.
Y eso parece haber ocurrido en Polonia en estos días. El presidente
provisional es ahora el titular de Diputados, Bronislaw Komorowski, quien
deberá convocar a comicios para el 20 de junio como fecha tope (en principio
estaban fijados para octubre).
El partido del fallecido, Ley y Justicia, corre serio riesgo de perder la
elección a manos de la Plataforma Cívica, del premier Tusk. La agrupación de
los mellizos necesitaba hacer de los funerales un "compromiso nacional" para
la continuidad de las políticas oficialistas.
Y por eso organizaron una semana completa de funerales, desde el domingo 11
en que el cadáver fue regresado desde Rusia, hasta el domingo 18, cuando el
féretro fue ubicado en el castillo de Wawel, en Cracovia. Allí estaban hasta
ahora dos polacos declarados santos y 17 reyes. Aún con polémica,
seguramente alimentada por los opositores, el féretro del jefe de Estado
fallecido fue ubicado allí, entre angelitos y ex monarcas pese a no ser ni
una cosa ni otra (estaba más cerca de lo segundo, por la forma autoritaria
como ejercía el poder).
En ese operativo luto y clamor, según quién escribiera la noticia ponía
muchos o menos ceros. Las agencias internacionales que fueron citadas por
los otros mellizos argentinos, La Nación y Clarín, contaron así la historia:
"los funerales duraron casi seis horas, durante las cuales se celebró una
misa en la Basílica de Nuestra Señora, que en su interior recibió a unas 800
personas entre ellas huéspedes extranjeros, y 150.000 en el exterior, en la
Plaza del Mercado y en todas las calles del centro".
En cambio en Página/12, en una nota firmada por Tony Paterson, del The
Independent de Gran Bretaña, presente en el sepelio, se pudo leer: "bajo un
radiante sol primaveral, una multitud de casi 60 mil personas se congregó
para asistir a los funerales de la pareja presidencial, en la antigua ciudad
de Cracovia".
Parecido a los Beccar Varela
En lo que no hubo diferencias entre los oradores en la despedida del
accidentado fue en la definición de su ideario. "Usted luchó por la
libertad, la justicia y la presencia de la cruz", dijo el actual dirigente
del sindicato Solidaridad, Janusz Sniadek. A su turno, el cardenal de
Polonia, Henryk Muszynski, afirmó que el lema de Kaczynski podía
sintetizarse en "Dios, honor y patria".
Al cronista le pareció estar leyendo algún artículo del grupo
ultraderechista argentino de los Beccar Varela cuya sigla y lema era
"Tradición, Familia y Propiedad". Kaczynski podría haber sido un gran lector
de la revista nazionalista (con z) argentina, Cabildo.
Ahora, acallados "un poco" los ecos del sepelio, se reavivará la lucha
política y electoral en Polonia. Las comillas relativizadoras obedecen a que
hubo 40.000 polacos enemigos de enterrar al muerto en el castillo de Wawel y
así lo hicieron saber con un grupo de Facebook. Posiblemente estas personas
busquen votar a un candidato de centro y europeísta, y no como el fanático
fallecido, que se llevó a su tumba los elogios de Barack Obama como un gran
amigo y aliado de Estados Unidos.
Washington diseñó una base de misiles en Polonia y una estación de radar en
la República Checa, como parte de un operativo contra Moscú. Kaczynski
estaba de acuerdo con ese emprendimiento, fiel al resentimiento polaco
contra Rusia y luego la URSS heredado de uno de sus mayores próceres
reaccionarios, el mariscal Pilsudski.
Como el presidente polaco halló la muerte viajando hacia Katyn, todas las
crónicas han afirmado unánimemente que allí fueron fusilados miles de
militares polacos por orden de Stalin. En ese enfoque superficial, Polonia
queda como mártir y la URSS como genocida. ¿Habrá sido así la historia?
Para entender ese conflicto se puede apelar a alguien muy distante del
bolchevismo como Winston Churchill y sus "Memorias de la Segunda Guerra
Mundial" (Peuser, 1060 páginas). Dice el autor, refiriéndose a 1939: "Gran
Bretaña avanza, llevando a Francia de la mano, para garantizar la integridad
de Polonia, de esa misma Polonia, que con apetito de hiena apenas seis meses
antes había participado en el saqueo y la destrucción del Estado
checoslovaco".
El conservador británico que en mayo de año 1940 sería primer ministro
relata que en abril de 1939 la cancillería soviética propuso un "frente
unido de ayuda mutua entre Gran Bretaña, Francia y la URSS que con la
adhesión de Polonia debían ofrecer garantías a aquellos estados de Europa
central y oriental que se hallaban bajo la amenaza de una agresión alemana".
¿Por qué se frustró esa justa propuesta de Stalin? Lo cuenta Churchill: "la
conferencia militar no tardó en fracasar al negarse Polonia y Rumania a
permitir el paso de tropas rusas (para atacar a Alemania). La actitud de
Polonia era: ´con los alemanes corremos el riesgo de perder nuestra
libertad; con los rusos, nuestra alma´".
Si los rusos hicieron un homenaje a los muertos en Katyn, los polacos
tendrían que hacer una autocrítica mucho mayor y rendir homenaje a los 20
millones de soviéticos muertos en la guerra. Una parte de éstos se debió a
la política tan reaccionaria de Polonia.
Emilio Marín