Diálogo
con el doctor Rodolfo Puente Ferro, presidente de la Asociación de
Amistad Cubano-Africana a propósito del aniversario 45 de la OUA
HEDELBERTO LÓPEZ BLANCH La altruista y desinteresada ayuda cubana al continente africano quedará registrada en la historiografía internacional como una de las páginas más bellas y humanas de los tiempos modernos, en contraposición al saqueo que sobre esa región del mundo han realizado durante siglos las naciones desarrolladas de occidente. Puente Ferro (izquierda), junto al doctor Rodrigo Álvarez Cambra. La ayuda y el reencuentro con África se inició a "solo dos años del triunfo de la Revolución cuando combatientes cubanos cruzaron el océano para ofrecer colaboración a los combatientes argelinos. Unas pocas semanas después, en enero de 1962, una nave cubana desembarcaba armas en Casablanca (Marruecos) para los argelinos y regresaba a La Habana con 76 guerrilleros heridos y 20 niños de campos de refugiados. La epopeya cubana en África había comenzado". (1) El periplo de tres meses que en diciembre de 1964 inició el guerrillero heroico Ernesto Che Guevara por varios países africanos fue fundamental para establecer contacto con líderes y organizaciones revolucionarias de ese continente y marcó la profundización de esas relaciones que se han extendido a lo largo de estas décadas. A través del Programa Integral de Salud se ha materializado esa histórica hermandad con los pueblos africanos. En diciembre del 2007, la Asociación de Amistad Cubano-Africana (AACA) cumplió 30 años de fundada y quién mejor para hablarnos del tema que su presidente, el doctor Rodolfo Puente Ferro, médico combatiente entre 1965-1966 de la columna Patricio Lumumba (dirigida por Jorge Risquet Valdés, miembro del Comité Central), que estuvo en el Congo Brazzaville como apoyo a la guerrilla del Che en el Congo Leo (hoy República Democrática del Congo). Puente Ferro se desempeñó además como embajador de Cuba en la República de Angola y desde hace varios años es el coordinador para África del Departamento de Relaciones Exteriores del Comité Central del Partido. Cuando la Revolución cubana llegó por primera vez al África, encontró extraordinarios dirigentes que habían luchado por la independencia de sus países, y también a líderes y combatientes que luchaban por la independencia contra el yugo portugués y contra la opresión del sistema del apartheid en Sudáfrica, entre otros, afirma Puente Ferro. Su memoria le hace recordar a líderes como Sekou Toure, Kwame Nkrumah, Modibo Keita, Ben Bella, Houari Boumedienne, Abdelaziz Bouteflika, Gamal Abdel Nasser, Julius Nyerere, Amílcal Cabral, Agostinho Neto, Eduard Montlane, Samora Machel, Oliver Tambo, Nelson Mandela, Robert Mugabe, Sam Nujoma, Marian Nguabi, Patricio Lumumba y herederos de este último como Pierre Mulele y Thomas Muikide. De esa forma, agrega, la independencia de la mayor parte de los países africanos, la lucha por sus soberanías y el triunfo de la Revolución cubana permitió un intercambio de cientos de miles de personas en ambas direcciones. —¿Puede ofrecer algunos datos sobre este intercambio? —Hasta septiembre del 2007 se habían graduado en Cuba 30 719 profesionales y técnicos y adiestrado otros 5 850 africanos. Estudian actualmente como becarios en la Isla 1 345 y en facultades de medicina en ciudades africanas, con profesores cubanos, 651 alumnos. Se han operado en el centro oftalmológico de Mali, con profesionales antillanos, 3 069 pacientes. Un total de 56 171 colaboradores han prestado servicios como profesores, maestros, ingenieros, técnicos en deporte, trabajadores calificados y otras profesiones. Se alfabetizan por el método Yo sí Puedo, miles de personas en Guinea Bissau, Sierra Leona, Angola, Mozambique. Por medio del Programa Integral de Salud, que se ejecuta en 21 países desde 1999 con 1 232 trabajadores de la Salud, cuyo contingente se renueva cada dos años, se ha realizado el siguiente trabajo: consultado 36 296 153 enfermos; conferencias de salud a 5 176 369 personas; 549 826 partos y 1 626 864 actividades quirúrgicas; 5 749 145 niños vacunados y salvado la vida a 857 522 personas. Como informó en una ocasión el Comandante en Jefe Fidel Castro, "han combatido en ese continente y montado guardia 381 431 soldados y oficiales cubanos junto a soldados y oficiales africanos, a lo largo de más de 30 años de forma voluntaria y desinteresada, y solo han traído los restos de sus compañeros caídos y el honor del deber cumplido". Los largos años de estancia y de contactos diarios de decenas de miles de estudiantes africanos en Cuba, quienes conocieron y se relacionaron en todas las regiones del país con cientos de miles de familias cubanas, y por otra parte, cientos de miles de cubanos en África y en contacto con millones de familias africanas, reanimaron entre sí los lazos culturales y los conocimientos entre ambos pueblos. Este intercambio a lo largo de años, constituye y asegura la continuidad histórica y generacional que debemos cuidar y conservar celosamente como patrimonio de nuestro pueblo. Asimismo, por numerosos países africanos se levantan monumentos a los combatientes cubanos caídos en las luchas de liberación; se ponen a escuelas, calles y avenidas, nombres de personalidades y mártires de la Isla, mientras que lo mismo sucede en Cuba donde también se ha remodelado el parque de los Mártires Africanos. —¿Cree usted que Cuito Cuanavale resultó un hito en esta colaboración y que toda la historia cubana en África ya ha sido escrita? —Entre estas gestas está grabada en la historia y en la memoria de los pueblos la hazaña de Cuito Cuanavale que abrió la independencia a Namibia, aceleró la desaparición del repugnante régimen de discriminación racial existente en Sudáfrica y llevó la seguridad a las poblaciones del Sudoeste del continente. Esa epopeya concitó la simpatía de los pueblos africanos y reunió fuerzas militares de Angola, Cuba y Namibia superiores a 63 000 combatientes. Hoy aparecen, sin sonrojarse, personeros de aquel régimen del apartheid defendiendo o justificando hechos y crímenes horrorosos como la matanza de Cassinga en Angola, donde fueron asesinados miles de refugiados namibios, en su mayoría niños, mujeres y ancianos. El tiempo debilita la memoria o se confunden hechos históricos que deben ser escritos y esclarecidos para las nuevas generaciones. En el 2008, cuando se cumple el aniversario 20 de la gesta de Cuito Cuanavale, debemos conmemorarlo en cada uno de los países africanos y las sociedades de amistad deben jugar un papel importante en su organización. Estos hechos deben formar parte de los textos de historia de nuestros educandos. Les corresponde a nuestros historiadores y escritores confeccionar los contenidos y a los educadores explicarlos utilizando los medios técnicos necesarios. Es mi deber ineludible proponer seriamente que se recoja esta idea y confío en oídos receptivos. —¿Está satisfecho con el trabajo de la Asociación? —En estos años, la asociación, en coordinación con diversos organismos e instituciones cubanas ha realizado una encomiable labor en la cooperación, ayuda, conocimiento y confraternidad con todos los pueblos y gobiernos africanos. En esta actividad se debe destacar al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), al Movimiento Cubano por la Paz, a la Organización de Amistad con los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL), al Centro de Estudios de África y Medio Oriente (CEAMO) y a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) entre otros. Esta confraternidad y unión ha permitido afianzar las relaciones con los Estados africanos y su apoyo masivo a Cuba en las votaciones contra el bloqueo en Naciones Unidas o en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra. Asimismo, existen en el continente africano centenares de Sociedades de Amistad, Asociaciones de Padres de Estudiantes y de Comités por la Liberación de nuestros Cinco Héroes prisioneros en Estados Unidos que agrupan a miles de políticos, profesores, religiosos, intelectuales, artistas, poetas, escritores y ex becados. Pienso que aunque ha sido una labor encomiable, uno nunca puede estar conforme con lo que se ha hecho cuando aún hay un largo camino por recorrer, porque la amistad, la cooperación y la confraternidad entre los pueblos no termina y siempre hay que trabajar para fortalecerla. (l) Piero Gleijeses, Misiones en Conflicto, La Habana, Washington y África 1959-1976. Editorial Ciencias Sociales, 2004. |
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