Avanza la derechización en Francia
Sarkozy prometió terminar este año con la semana laboral de 35 horas
También pidió cambiar los instrumentos de medición del crecimiento económico
LA NACION / Miércoles 9 de enero de 2008 |
PARIS.- Resuelto a acelerar la ruptura que prometió durante la campaña, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció ayer que deseaba terminar este año con el régimen laboral de 35 horas por semana, definió la "política de civilización" que enmarcará su acción política y acentuó la orientación liberal de su gobierno, pero no aportó ninguna respuesta a la preocupación de la sociedad por el deterioro del poder adquisitivo.
Con una sola palabra enterró definitivamente la gran reforma creada por la ministra socialista Martine Aubry en 1998, considerada como una de las iniciativas sociales más audaces adoptadas en Francia desde la Segunda Guerra Mundial.
"¿Desea usted que 2008 marque el fin real de las 35 horas?", interrogó un periodista.
"Sí. A decir la verdad, sí", respondió.
En la primera conferencia de prensa de su mandato, Sarkozy defendió durante dos horas ante 600 periodistas de 45 países las grandes líneas de las reformas emprendidas en sus primeros ocho meses de gobierno y desarrolló las ideas que promoverá este año.
"Si los franceses quieren trabajar más para ganar más, deben poder hacerlo", precisó para justificar la abolición del régimen de 35 horas, que permitió crear 350.000 empleos.
El mandatario reafirmó que su acción está inspirada en la "convicción profunda" de que Francia necesita una "política de civilización". Durante su mensaje de fin de año Sarkozy había evocado por primera vez ese concepto extraído de un libro del sociólogo y filósofo de izquierda Edgar Morin. El lunes pasado, debido a las críticas formuladas por la oposición y una parte de la prensa, recibió en el Palacio del Elíseo a Morin, que le comentó que "75% de lo que decía estaba bien".
"Eso me deja un margen de progresión de 25%", replicó el presidente.
"[La política de civilización] se torna necesaria cuando hay que reconstruir los puntos de referencia, las normas, las reglas, los criterios ( ) a fin de poder combatir los desvíos y los excesos de nuestra propia civilización", precisó.
Después de escuchar al presidente, Morin declaró que la definición de Sarkozy no refleja totalmente su teoría, que está orientada a "colocar al hombre en el centro de la política".
Una de las primeras iniciativas derivadas de ese principio consistirá en reformar el servicio público audiovisual mediante una supresión total de la publicidad. Inmediatamente después de ese anuncio, que beneficiará en particular a los canales privados, las acciones del canal privado TF-1 subieron 14,3%, al igual que los títulos de M6 y Canal Plus. El banco Crédit Suisse calculó que, si se concreta esa reforma, TF1 recibiría ingresos suplementarios por más de 700 millones de dólares.
Diversos comentaristas recordaron que Sarkozy fue abogado del grupo Bouygues, propietario de TF1. Martin Bouygues, principal accionista de ese conglomerado, es padrino de Louis, el hijo que tuvo Sarkozy con Cecilia.
Otra expresión concreta de esa "política de civilización" consistirá en modernizar la gran megalópolis constituida por París y sus suburbios.
Sarkozy no dio respuestas precisas a la disminución del poder adquisitivo, tema que constituye la principal preocupación de los franceses.
El mandatario insistió en su slogan de "trabajar más para ganar más", que será facilitado con la abolición de las 35 horas. También prometió que los empleados podrán tener una participación en las empresas.
En ese marco, anunció que tratará de cambiar el instrumento de medición del crecimiento para que "nuevos índices puedan tomar más en consideración la percepción" de los franceses, que "ya no aguantan más el desfase creciente entre las estadísticas que muestran un progreso continuo y las dificultades crecientes que sufren en su vida cotidiana".
No se trata de una desconfianza en la transparencia de los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos francés (Insee), sino un intento por obtener nuevos indicadores que reflejen mejor las repercusiones de la economía en la vida cotidiana.
Para cumplir esa misión encargó a dos premios Nobel de economía, el estadounidense Joseph Stiglitz y el indio Amartya Sen, que reflexionen sobre el cambio de los instrumentos de medición.
Stiglitz, profesor en la Universidad de Columbia, confirmó desde Nueva York que había aceptado presidir esa comisión y comentó que el Producto Bruto Interno (PBI) "no es un buen instrumento de medida". "No mide adecuadamente los cambios que afectan el bienestar, ni permite comparar correctamente el bienestar en los diferentes países", precisó. "Un crecimiento del PBI puede disimular un deterioro violento del bienestar de la población", concluyó.
Por Luisa Corradini
Corresponsal en Francia
volver