Vuelta a la realidad. La recesión no ha terminado, ni por asomo
 
 

La campaña de “cháchara alegre” en los medios de EE.UU. y proveniente de la Casa Blanca, no es más que eso: Cháchara alegre.

Para obtener una idea real de lo que sucede en esta economía, hay que considerar algunas cosas.

Sí, la tasa de caída en la actividad económica ha bajado. Pero es lo que se podía esperar. Cuando una economía iba a todo vapor, como lo hacía la economía de EE.UU. a principios de 2007, una ralentización de algún significado produce cifras inmensas, en términos de baja de la producción, baja de la utilización de fábricas, baja de las ventas de coches o, esta vez, baja de los precios de las casas.

Pero una vez que se llega al mismo período en 2008, ya se está en una profunda recesión, y realmente ya no queda mucho terreno para caer. Si, por ejemplo, los fabricantes de coche han cerrado básicamente en el otoño de 2008, y sólo están liquidando inmensos inventarios, no habrá muchos cierres de fábricas y más reducciones en la producción. (¿Cómo se baja la producción por debajo de cero?).

Se puede decir lo mismo sobre el desempleo, aunque en ello haya uno o dos aspectos más. Sí, los inmensos despidos que hicieron que la cantidad de nuevos desocupados aumentara entre 600.000 y 700.000 por mes a principios de este año, parecen haber pasado, y ahora el nuevo desempleo aumenta “sólo” en 500.000 por mes o algo así, pero eso es porque todos los principales empleadores ya han cerrado o han eliminado turnos enteros. Ya no queda tanta gente que despedir, por lo menos en grandes grupos. Esto se presenta como “el ritmo de despidos disminuye,” como si fuera una buena noticia, pero es todo lo contrario.

Pero también hay más trucos y desinformación respecto a las estadísticas de desempleo. Uno tiene que ver con la frecuente afirmación de que la cantidad de personas que cobran prestaciones de desempleo está disminuyendo – especialmente los desempleados a largo plazo. Pero la razón para esto no significa que la gente finalmente esté encontrando puestos de trabajo. Es que se terminan las prestaciones de desempleo. El límite superior para cobrar prestaciones de desempleo en EE.UU. es de 79 semanas, y es sólo en algunos Estados donde el desempleo es particularmente elevado. En otros Estados es de sólo 72 semanas o incluso de hasta 59 semanas.

También se pierden las prestaciones de desempleo, que según se dice promedian 300 dólares por semana, pero que pueden ser mucho menos según dónde una persona en particular ha trabajado y en qué Estado él o ella vive, si una persona hace trabajo a tiempo parcial, y ya que nadie puede mantener una familia con 300 dólares por semana, muchas familias con prestaciones de desempleo terminan consiguiendo trabajos a tiempo parcial y pierden sus prestaciones de desempleo. Tampoco es una buena señal.

Finalmente, las prestaciones de desempleo cubren sólo a aproximadamente la mitad de los trabajadores estadounidenses. El resto, porque ya han logrado encontrar sólo empleos a tiempo parcial, o porque han estado trabajando “sin ser contabilizados”, o porque son así llamados “contratistas independientes” – gente como jardineros, escritores independientes, abogados, consultores, fontaneros, etc. – no están cubiertos por el seguro de desempleo. Cuando son despedidos, siguen por cuenta propia. Y cada vez más, los despidos y las pérdidas de puesto de empleo recaen en gente en esta categoría. Los primeros despidos fueron hechos por las administraciones de grandes compañías que miraron hacia el futuro, vieron la depresión, e implementaron medidas de “reducción de costes”, que significaban reducir la producción y despedir trabajadores. Los trabajadores independientes y los pequeños negocios, cuyos propietarios son afectados personalmente cuando tienen que cerrar la producción o sus operaciones, se han esforzado por permanecer en el negocio lo más posible, pero ahora se suman a las nóminas de desocupados a un ritmo acelerado.

Pero, y es un punto crucial, muchos de ellos simplemente no son registrados como desempleados por los estadísticos del gobierno. Cualquiera que trabaje aunque sea sólo unas pocas horas por semana en algún puesto de trabajo, o gratis en un negocio familiar, no es contado. Cualquiera que no ve perspectivas de trabajo y simplemente abandona, no es contado. Cualquiera que encuentre un trabajo a media jornada, pero necesita un trabajo a tiempo completo, es contado como empleado. No solía ser así. En tiempos más honestos, hace más de tres décadas, esa gente era contada como desempleada, pero los políticos presionaron para excluirlos a fin de que las cifras oficiales de desempleo parecieran más bajas. Si toda esa gente fuera agregada a las tasas de desempleo, tendríamos un desempleo de más de 18% en EE.UU. y posiblemente más cercano a un 20%. Eso es uno de cada cinco estadounidenses sin trabajo.

Y hay que recordar, a pesar de que ahora estamos en una economía que funciona a un nivel deprimido, todavía sigue bajando, y esas cifras de desempleo aumentan, no se estabilizan.

Hay que agregar eso al hecho de que los estadounidenses han perdido colectivamente 14 billones de dólares en riqueza. Han perdido ahorros invertidos, que han disminuido casi un 20% de donde estaban hace un año, y no parece probable que se vayan a recuperar en un futuro cercano. (Hay que recordar que, incluso si el mercado bursátil cae un 40% y luego sube un 40%, seguirá siendo bajo. Considere: si ha invertido 1.000 dólares en un índice amplio como el S&P, y bajó un 40% como pasó en el otoño pasado, usted perdió 400 dólares, y le quedan sólo 600 dólares. Si entonces el mercado se hubiera recuperado en un 40%, sin embargo, lo que no ha hecho ni por mucho menos, sólo ganaría un 40% de 600 dólares, o sea 240 dólares, de modo que su inversión sigue siendo sólo 840 dólares.) Esos 14 billones de dólares también incluyen el valor perdido de las casas de la gente, que hasta 2008 era utilizado para mejorar los niveles de vida ya que la gente pedía prestado sobre la base del valor creciente de su propiedad. Ahora, cuando los valores de las casas en gran parte del país han bajado algo como entre un 20% y un 80%, muchas casas valen ahora menos que el monto de dinero que todavía se debe por las hipotecas de la gente. No pueden vender, y a menudo, no pueden pagar la cuenta de la hipoteca.

¿De dónde se supone que provengan los gastos de consumo que solían representar un impresionante 70% de la actividad económica en un EE.UU. que hace tiempo que dejó de fabricar cosas? La respuesta es: de ninguna parte. La cantidad de riqueza perdida convierte en un chiste el celebrado plan de estímulo de Obama, que fue menos de 1 billón de dólares, y que se extiende durante dos años.

Simplemente no existe el dinero para reanimar la orgía de gastos de consumo que mantuvo a flote la economía de EE.UU. durante tanto tiempo.

La gente ni siquiera puede pedir prestado si lo desea. Los bancos no prestan, porque saben que la cháchara alegre no tiene sentido, y no quieren prestar dinero a gente y negocios que probablemente irán a la bancarrota a medida que la recesión continúa. Por eso las compañías de tarjetas como American Express y muchos proveedores de Visa y Mastercard, en lugar de cobrar una multa por factura atrasada cuando los poseedores de tarjetas no pagan un mes dentro del plazo, como lo hacían en el pasado, sino aumentan la tasa de interés que cobran – en el caso de American Express ¡a un 28% o sea más de un 2% por mes! No es la acción de un banco que espera que un cliente valioso le pague – es la acción extorsionadora de un usurero que quiere extraer todo el dinero que sea posible de un prestatario del que espera que vaya a la quiebra. Los bancos también están anulando líneas de crédito personales y empresariales a diestra y siniestra, convirtiendo en un chiste la afirmación del gobierno de Obama de que ha rescatado a los bancos para que puedan “comenzar a prestar de nuevo.”

Incluso la cháchara alegre de que están mejorando las ventas de casas es engañosa. El motivo de que suceda es que tantas casas han sido embargadas que la venta de casas embargadas por los bancos forma ahora parte importante del mercado inmobiliario.

Una y otra vez, gran parte de la “cháchara alegre” que escuchamos, si es analizada de cerca, resulta ser malas noticias que son malinterpretadas, a menudo deliberadamente.

Finalmente, habría que agregar que debido al masivo desempleo, que se acerca a niveles no vistos desde la Gran Depresión, y debido a la masiva pérdida de riqueza personal, no es probable que esta recesión actúe como alguna de las otras recesiones de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial. Todas han sido asuntos en forma de “U” o de “V”, en los cuales la economía bajaba y luego, después de estar poco tiempo a bajo nivel, se recuperaba rápidamente, como en una “V”. Esta vez, es más probable que veamos una recesión en forma de “L”, en la cual la economía llega al fondo en algún momento, y luego opera durante años a un nivel mucho más bajo. La parte baja de esa “L” podrá subir lentamente, pero no mucho. En ese caso, seguiríamos viendo continuos niveles elevados de desempleo, salarios bajos, y ninguna recuperación de la riqueza personal.

De modo que si queremos tomar decisiones políticas correctas, para no hablar de las decisiones políticas y las decisiones financieras y vitales básicas correctas, dejemos de lado la cháchara alegre, y comencemos a ver la realidad.

…………

Dave Lindorff , periodista y columnista radicado en Filadelfia. Su último libro es: “The Case for Impeachment” (St. Martin’s Press, 2006, que ahora apareció en edición rústica). Para contactos, escriba a:

dlindorff@mindspring.com

http://www.counterpunch.org/lindorff08042009.html

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

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