La Utpba, una historia hija de su tiempo
Así como hubo y habrá historias de lucha, de valor y de resistencia en distintas épocas y lugares, emparentadas con su tiempo, hay otras historias degradantes y vergonzantes que tienen que ver exactamente con un tiempo de valores destruidos. En ese sentido reflexiona el periodista Héctor Sánchez (trabajador de Télam y de AM 530 - La Voz de las Madres), afiliado 10.387 de la Utpba.
Buenos Aires, 20 de septiembre (Agencia Walsh). La reciente agresión física de una patota que responde a la conducción de la Utpba contra nuestro compañero Tomás Eliaschev, trabajador de la Editorial Perfil; y las maniobras para proscribir a una lista opositora por parte de esa misma conducción gremial, han puesto blanco sobre negro en cuanto a las distancias que hay del dicho al hecho.
La conducción del gremio al que estoy afiliado desde 1983 (en su anterior etapa de Asociación de Periodistas de Buenos Aires, APBA, y desde su conformación en la Utpba) y que estableció en los 90 una consigna tan eficaz como marketinera, “la peor opinión es el silencio”, aún no ha emitido opinión sobre el ataque contra Tomás, pero sí ha difundido varios comunicados con la historia oficial sobre el “incidente”.
En esos textos, hablan de una “horda de Perfil y del Partido Obrero” que estuvo a punto de tomar por asalto la sede gremial de Alsina al 700, una horda llamativamente pacifista por lo visto, ya que no hay una sola foto ni una sola imagen que muestre un (1) solo vidrio roto ni una sola cabeza de los dirigentes y empleados de la Utpba lastimadas por las agresiones de la “horda”.
Si hasta se pareció esta patoteada a aquella deliciosa anécdota futbolera de Maradona: cuando tenía 16 años y Diego ya brillaba en la primera de Argentinos Juniors, Perfumo lo revoleó de una patada después de una gambeta. Maradona quedó en el piso y el defensor de River se acercó y le dijo “Nene, ¿no tenés nada, no?”. Diego se levantó dolorido y le dijo “No, Roberto, todo bien… ¿vos te hiciste algo en el pié…?”.
Pero acá no hay chiste posible. Sí hay, en cambio, fotos e imágenes con la cabeza rota, el ojo amoratado y sangre en el rostro de Tomás Eliaschev, además de la certificación de la guardia del Hospital Argerich que lo atendió minutos después de la agresión. Y también hay una denuncia judicial por la agresión, con pruebas al canto. Las imágenes ya han dado vuelta por toda la red: quien quiera ver, que vea.
Tampoco hay opinión de la conducción de la Utpba, pero sí un llamativo silencio, sobre el trámite que convirtió a la lista opositora de asquerosamente ilegal, hasta la tarde del viernes 14/9, en lista legalizada el mediodía del lunes 17/9. Así, los avales que eran “truchos” y propios de maniobras de “partiduchos”, pasaron a ser válidos, y la lista quedó en condiciones de participar de las elecciones maratónicas de 48 horas, fijadas en principio para los días 27 y 28 de septiembre.
Claro, en el medio habían sucedido la agresión masivamente denunciada contra Tomás, y la denuncia de la lista opositora ante el Ministerio de Trabajo por el intento proscriptivo de la Utpba.
Aclaración a esta altura necesaria: no soy candidato de la lista opositora y ni siquiera firmé sus avales, por desencuentros de tiempo y espacio que tuve con los compañeros que la impulsan. Pero lo hubiese hecho con gusto, como lo hice siempre con todas las listas que se presentaron en otras épocas en que había varias listas, y cuando la conducción de la Utpba no se ufanaba de organizar y ganar elecciones con lista única.
Sí, lo mismo que hacen Cavalieri, Pedraza, West Ocampo, Barrionuevo, Genta-Datarmini, José Rodríguez y demás joyas del sindicalismo empresario. Pero con una diferencia importante: esos jeques sindicales tienen por lo menos el decoro de no vestirse con la camiseta del Che Guevara ni presumir de enseñarle a nadie cuál es la mejor opinión. Son lo que son, corruptos y traidores a la clase trabajadora, y entonces no hay confusiones a la hora de pelear contra ellos.
En cambio, la conducción de un gremio que insta a romper las vallas que oprimen la opinión popular, se arroga el derecho de ordenarle a sus afiliados de qué partidos no deben ser, con adjetivos des-calificativos sobre ellos. De modo que si uno o varios afiliados de la Utpba quieren ser militantes, dirigentes o simples adherentes de un partido que esa conducción rechace, se exponen al escarnio público, tan insólito como absurdo. Ni siquiera el sistema político merecedor en su momento del “que se vayan todos” del 19 y 20 de diciembre, prohibió a los partidos que la Utpba sí tacha y prohíbe.
Es sabido que una actitud correctiva por parte de una conducción gremial que perdió no sólo el hábito del TRABAJO cotidiano en actividades propias de los trabajadores de prensa, no llegará como por arte de magia. Pero sí puede llegar si lo reclaman con firmeza muchos de los integrantes la oficialista lista Celeste y Blanca, compañeros que TRABAJAN en los medios y con quienes siempre nos hemos encontrado en los conflictos, defendiendo a nuestros compañeros, y defendiendo la libertad de expresión real, no la que se desprende de consignas vaciadas de contenido.
Podemos tener diferencias de criterio y de miradas, pero con esos compañeros nos unieron siempre luchas esenciales, como enfrentar juntos las patoteadas y las mentiras.
Esos compañeros son los que deben exigirle explicaciones a esta conducción sobre la agresión cobarde contra Tomás Eliaschev; el intento prohibicionista contra una lista opositora a la que terminaron aprobando; y sobre las decenas de remises contratados para “llevar votantes” al mejor estilo de los punteros políticos que dicen despreciar en sus discursos.
En las últimas tres elecciones atendí llamados telefónicos realizados por la Utpba en dónde me preguntaban a qué hora quería que el remís me buscara. ¿Para qué?, fue la pregunta elemental. Para ir a votar, fue la respuesta de manual. La obediente empleada no tenía la culpa de semejante tarea, de modo que la respuesta siempre fue la misma: si tengo convicciones para ir a votar, y no tuviese un mango para viajar, voy aunque sea caminando desde Villa del Parque al centro, pero voy. El remís que pagamos los afiliados, que lo sigan usando Das Neves, Camaño, Fagale, Sosa y que sigan las firmas.
Días atrás atendí un llamado telefónico a la casa en donde vivo con mi compañera. El dirigente Jorge De Diago preguntaba con insistencia por ella, y después del cuarto llamado consecutivo me dí a conocer. Fuimos compañeros en el diario Sur, delegados ambos cuando todas estas cosas nos asqueaban por igual. De Diago dice que mi compañera puede ir a votar en la maratón de 48 horas. Le digo que ella sigue con su trabajo de docente, y que hace más de 10 años que no realiza tareas periodísticas, como las que desarrolló en la radio comunitaria de la Villa 21, que dejó de funcionar en 1997. En suma, que hace 10 años que no paga sus cuotas como colaboradora. Y que por lo tanto, no está en condiciones de votar.
Pero si De Diago la llama es porque ella sigue en el padrón ultrasecreto de la Utpba. “No hay problemas, hasta el día de la votación eso se puede arreglar”, me dice el dirigente gremial. Ella no va a pagar todas esas cuotas atrasadas, insisto yo. No hay problemas, insiste De Diago, eso lo arreglamos. ¿Cómo se arregla una situación como ésta?, es la intriga que tengo: muy simple, si quien figura en el padrón ultrasecreto fue o es amigo de la conducción de la Utpba, todo se puede arreglar.
Trabajadores de prensa que ya no lo son (o que no pueden ni quieren serlo) y que igual son autorizados a votar. Jubilados que votan dos veces, total, hay lista única y los fiscales son todos amigos. No hay urnas para poner en las pocas empresas grandes en donde quedan afiliados, pero sí hay de sobra para llevar a pequeñas radios FM y periódicos con incierta cantidad de afiliados.
Esas son las preguntas que muchos compañeros de prensa, con historia y con prestigio laboral y moral en el gremio, históricos adherentes a lista oficialista, deben hacerle a esta conducción a la que definitivamente se le escapó la tortuga.
Y seguir el camino de un ejemplar compañero TRABAJADOR como Alberto Ferrari, quien pasó por varias agencias y diarios, y que actualmente TRABAJA en Ansa, histórico adherente de la Celeste y Blanca. Entrevistado en la Radio de las Madres, el Flaco Ferrari no dudó: “En repudio a la agresión contra Tomás Eliaschev, no voy a ser fiscal de esa lista, ni los voy a votar. Puede que vote en blanco o que no vote, pero no los voy a votar esta vez”. Clarito como el agua que refrescó la cara ensangrentada de Tomás, como el agua que no logró limpiar la mugre en sede de Alsina. La sede de todos los trabajadores de prensa, y no la de un grupo que desde hace 23 años decidió dejar de TRABAJAR y dedicarse a regentear un gremio como si fuera un coto privado.