Falleció Cintio Vitier, figura de la cultura cubana contemporánea

 


Ubicado como una de las de las figuras referenciales de la cultura cubana contemporánea, el escritor Cintio Vitier falleció ayer en La Habana a los 88 años, según informaron por la tarde medios oficiales de aquel país, sin precisar las causas del deceso.
El cuerpo del poeta, narrador, novelista y ensayista, nacido el 25 de septiembre de 1921, es velado en el Centro de Estudios Martinianos, lugar que fundó y presidió.
También investigador literario y profesor universitario, fue uno de los fundadores de la revista Orígenes, una de las más importantes publicaciones de su tipo en América Latina, que dirigió el fallecido escritor José Lezama Lima.
Galardonado con los premios Juan Rulfo de Literatura 2002 y Nacional de Literatura 1988, Vitier es reconocido no sólo por su creación poética, sino por la extraordinaria pasión que dedicó al estudio y promoción del pensamiento de José Martí (1853-95), señaló un telenoticiero local al informar de su muerte.
Junto a su viuda, Fina García Marruz, también destacada poetisa y ensayista, el escritor entregó su talento y su voz a los nuevos tiempos de la patria tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, añadió el texto leído, el cual fue recogido por la agencia informativa Afp.
Entre las obras más prominentes de Cintio Vitier, algunas de las cuales son consideradas imprescindibles de la literatura cubana, destacan los poemarios Vísperas y Testimonios, la novela Peña Pobre y los ensayos Lo cubano en la poesía y Ese sol del mundo moral.
A sus distinciones ya mencionadas se añade el título de Oficial de Artes y Letras de Francia, la Orden José Martí y la Medalla de la Academia de Ciencias de Cuba, además de los doctorados honoris causa de las universidades de La Habana y de Soka, Japón.
El último cumpleaños de Cintio Vitier fue celebrado con una exposición exposición bibliográfica y fotográfica donadas por su familia a la Biblioteca Nacional, en La Habana.

La Jornada

 

El imperio

 


El imperio sólo ve adictos, cómplices o enemigos, no personas.
El imperio sólo concibe mercancías.
El imperio se coloca a sí mismo en la puerta del Infierno.
El imperio de que hablo no es el de César ni el de Montezuma,
sino el de la mediocridad.
El imperio no tiene más remedio que desaparecer, o desaparece
todo, y él con todo.
Lo primero que el imperio ha sacrificado es a sus poetas.
El imperio promete su desaparición como un paraíso.
No se puede creer en ninguna promesa del imperio.
El paraíso sólo puede consistir en la libertad de la obediencia.
El imperio prostituye la libertad y prostituye la obediencia.
El imperio no existe nada más que para proclamar que existe.
El imperio sólo existe como existe el vacío.
El imperio adora el vacío que deja a su paso.
El imperio está en cada instante del aire que se respira.
Una islita dice: no.

Cintio Vitier

9 de enero 2004

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