S- ¿Cómo se fue formando el Zapata revolucionario?
M.- En México, aún hoy en día esta muy arraigado entre la población rural
del centro y sur del país el concepto de comunidad campesina. De hecho la
Corona española la promovió como un mecanismo de establecer cierto control
por medio del cacique que fungía como intermediario. Rota la dominación
española la comunidad campesina no podía dejar de tener un hombre fuerte, ya
sea para representarlos de frente a conflictos con el poder y con otros
pueblos o para sojuzgarlos.
Zapata fue elegido por parte de su comunidad Anenecuilco, como su
representante para exigirle al gobierno la restitución de las tierras
comunales que los hacendados estaban pretendiendo arrebatarle a su pueblo
con el pretexto de que eran terrenos baldíos. El conflicto de los campesinos
de Morelos, entre ellos Zapata, por la defensa de sus tierras ya se había
extendido por décadas, otros antes que el habían ido y vendió por todo tipo
de oficinas gubernamentales. Cuando estalla el movimiento de independencia,
Zapata se suma al dirigente regional Pablo Torres Burgos. Cuando este muere
en el levantamiento de 1910 Zapata el elegido para sucederlo por sus
capacidades militares. Torres Burgos era ya un ejemplo para el campesinado
de la zona, por lo que la llegada de Zapata implicaba una continuación, no
una ruptura con el tipo de dirigente que la comunidad campesina de Morelos
había formado en su lucha por la tierra
S.- ¿Cuáles eran sus valores y qué relación tenían esos valores con su
política?
M.- Como he señalado Zapata es un hombre de comunidad, actúa como
representante o ejecutivo de la voluntad de la comunidad. Su máximo valor
fue el ser consecuente con esa idea. No pactaba nada para sí sino para la
comunidad. Por supuesto ello le impidió verse como un dirigente nacional.
Nunca lo fue ni lo buscó. No cabe duda que ante un movimiento a nivel
nacional esos valores significaron la garantía de una alianza revolucionaria
o de un combate, todo en función de la actitud que este movimiento asumiera
respecto de la comunidad campesina de Morelos.
S.- ¿Por qué no puede conformar un movimiento homogéneo en el momento más
crítico de la revolución?
M.- Porque su programa campesino no podía integrar al conjunto de fuerzas
sociales que estaban desatadas. La clase que aspira a hegemonizar un proceso
debe ofrecerle a las demás clases un programa que se distinga de las demás
clases pero que a la vez las integre. Estoy hablando por supuesto de las
clases explotadas. La comunidad campesina morelense tenía demandas que
miraban al ámbito local, a lo mucho al plano regional.
Los hermanos Flores Magón si tenían un programa nacional, pero eran
extremadamente sectarios con el movimiento campesino. Nunca pudieron
conectar con el movimiento de masas que se gestó en 1910 y su paulatino giro
hacia el anarquismo extremo los fue limitando cada vez más. Realmente hacía
falta un partido revolucionario firmemente arraigado en las nacientes zonas
industriales, ello se hizo patente cuando los sindicatos de aquel entonces
dieron su apoyo e incluso soldados a los ejércitos burgueses para enfrentar
a los campesinos.
La revolución mexicana era burguesa, pero para triunfar realmente las
fuerzas sociales que la desataron necesitaban un programa no capitalista,
que el movimiento campesino no podía ofrecer
S.- ¿Cuál era su concepción del poder?
M.- Para Zapata el mejor gobierno era aquel que respetara sus derechos como
comunidad y los dejase vivir en paz. Para el plano comunitario el poder era
un conjunto de normas dictadas por la tradición, las costumbres y las normas
que la propia comunidad acordase para la vida en común o para distintas
coyunturas.
S.- ¿Qué legado dejó en la sociedad hasta el día de hoy? ¿Qué significa
Zapata para la sociedad mexicana y sobre todo para el campesino y el
indígena? ¿Qué significa para UD?
M.- Zapata se alió con otro movimiento campesino, el de Villa y juntos se
enfrentaron a las fuerzas de la naciente burguesía de Obregón y Carranza.
Perdieron, pero su programa tuvo que ser asumido por los vencedores como un
medio para neutralizarlos políticamente. Tanto por parte de Villa como de
Zapata hay una desconfianza profunda y acaso inconsciente respecto de esa
naciente burguesía que se había montado sobre el caballo de la revolución
campesina, que se decía revolucionaría. Para ese poder Villa era un
bandolero, Zapata una especie de terrorista; "el Atila del sur". El
asesinato de ambos significó la mitificación del que no se rinde y del que
se enfrenta al poder, aunque ello le represente la vida. Más aún cuando sus
muertes fueron básicamente ejecuciones dictadas por el Estado y basadas en
traiciones, no en el campo de batalla.
Hoy el movimiento campesino y urbano lo retoma como figura emblemática de
dignidad y consecuencia, pero no puede recoger su programa, el cual forma
parte más del pasado que del presente o del futuro. Los neozapatistas
chiapanecos lo han retomado por su vinculación con la comunidad campesina,
pero es y difícil encontrar en su práctica algo de lo que realmente fue la
lucha zapatista, tanto así que la existencia de los "municipios autónomos"
se acercan a la década en convivencia, difícil, pero relativamente estable
con un gobierno de extrema derecha como el mexicano.
Hay cientos de organizaciones que se dicen zapatistas, pero en general lo
que interpretan por zapatista es voluntad de luchar hasta el final.
La revolución mexicana tuvo a sus dos representantes más radicales a dos
campesinos surgidos de la masa misma, fueron creación genuina del movimiento
de masas. Mi opinión sobre Zapata esta fundada en el profundo respeto a esa
lucha campesina, que necesitaba y necesita, una fuerza social aglutinadora
que pueda hacer converger sus demandas con las del conjunto de explotados.
Ahora bien, el proceso de lucha de los trabajadores del campo y la ciudad
por la transformación social en América Latina ha sido largo y tortuoso,
dirigentes como Zapata han surgido en México y otros países, lo que ha hecho
falta es un movimiento general, concentrador de demandas y cuentas
pendientes con el poder, que no aspire a convivir con el sino a derrocarlo.
La construcción de un movimiento así, partiendo de las luchas que existen,
es la mejor forma de ser consecuentes con la lucha de Zapata.
Tomado de la entrevista que la revista Argentina Sudestada hizo al periodico
Militante
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